A tres meses de las elecciones celebradas en mayo de 2016 asumí la candidatura a Senador por el Distrito Nacional en la boleta de Alianza por la Democracia (APD), organización política de la que hoy soy parte. Esa campaña fue una experiencia única e irrepetible, forme parte de un debate televisado que quedara como un tesoro en mi memoria y presentamos al electorado de la capital propuestas para transformar a profundidad el congreso de la república.
Desde la necesaria unicameralidad de la asamblea, hasta cambios de fondo de los procedimientos de la democracia como la instalación de debate parlamentario en la rendición de cuentas anual o la posibilidad de revocar el mandato de cualquier funcionario que no cumpla con el mandato constitucional para el que fue elegido. Mis propuestas sobre la calidad de la democracia, la reducción de la desigualdad y la ampliación de derechos para una sociedad más justa seguirán marcando mi participación en la vida pública en los años por venir.
Hoy, la coyuntura hacia 2020 es otra, y quienes participamos en política para transformar las instituciones públicas dominicanas y no para negocios o acumulación de poder por poder, tenemos deberes de conciencia que cumplir y uno de esos deberes es el de saber cuándo existe una ventana de oportunidad para propinarle una derrota a las fuerzas conservadoras de la república en un plaza como la capital. Hoy Faride es esa ventana de oportunidad. Por eso hemos decidido declinar nuestra precandidatura al Senado por el Distrito Nacional y apoyarla para ganar, porque estoy seguro que vamos a ganar y nuestro generación comenzara con esa victoria los pasos para reparar las instituciones del Estado dominicano dañadas por el PLD.
Los políticos dominicanos (la mayoría hombres y no por casualidad) no están acostumbrados a declinar u apoyar, no entregan, no ceden, ni presidencias ni cargos de autoridad partidaria, ni candidaturas a puestos públicos, no importa los porcentajes que marquen en las encuestas o el tiempo “eterno” que tengan en los cargos, preservar la cuota de poder orgánico y mediático a cualquier precio es la consigna común. Pierden y no reconocen derrotas, hacen trampas para no perder, mienten y distorsionan reglas y prácticas para evitar resultados y luego justifican su continuidad ante la falta de quien los sustituya, un círculo vicioso que nuestra generación tiene que estar llamada a romper madurando nuestra participación en la política como en países de democracia avanzada, estamos por lo que creemos y desde lo que creemos nos insertamos, pactamos, ganamos y aplicamos nuestras ideas, seamos candidatos o no.
Faride es una gran candidata, inteligente, desafiante, convincente, se arriesga a lo que pocos se arriesgan defendiendo sus verdades, ese es el tipo de político que nos merecemos y es el tipo de política que necesitamos practicar en este país, la que no teme consecuencias cínicas por disputar el poder desde lo que piensa y cree. Todos los que haremos campaña con ella y por ella, no lo estamos haciendo por una persona, lo estamos haciendo por la absoluta convicción de que es tiempo de sacar de las instituciones del Estado la corrupción, la impunidad y la vocación de privatizar lo público para sacar ventajas personales. Es hora de cambio, que la capital sea ejemplo de ello.