Dos policías, ultimados en un enfrentamiento con una patrulla de la institución, eran parte de la banda de atracadores “Los Papo Trenzas” que según el cuerpo del orden tenían un prontuario delictivo que incluía torturas de algunas de sus víctimas. En Baní, un individuo fue capturado por tercera vez traficando en su vehículo con varias pacas de marihuana. Un narcotraficante metido a empresario artístico fue apresado más de una vez en operaciones delictivas hasta que ahora fue pedido en extradición por los EE.UU. donde será juzgado por introducir cocaína a su territorio y, por último, un joven comerciante cayó abatido en Santiago por un contingente policial que se apersonó a su hogar a las 5:00 de la madrugada tumbándole las puertas.
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Esta tenebrosa secuela noticiosa se encuentra en los periódicos de ayer jueves y dejan al lector con la sensación de que el problema delincuencial que azota a la sociedad es tan grande y tiene tantas implicaciones que resulta difícil combatir, dando pie a cuestionamientos como: ¿por qué andan libres individuos reincidentes en hechos delictivos?, ¿Qué control tiene la Policía Nacional sobre el accionar de sus miembros?, y ¿hasta dónde vamos a llegar como sociedad?
Son algunas preguntas que, a manera de reflexión, comparto con mis amables lectores.