Sus opiniones en el programa “Nuestro Mundo” y su vinculación al Colegio Universitario de la UASD influyeron en la negativa de ingreso a Santo Domingo
Pocas veces se había producido en República Dominicana un movimiento de opinión tan generalizado como el que ocurrió en abril, mayo y junio de 1969 cuando sectores representativos levantaron su voz contra la deportación del sacerdote jesuita Sergio Figueredo Fernández, fallecido anteayer en Miami.
Sus opiniones en el programa “Nuestro Mundo” y su vinculación al Colegio Universitario (CU) de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde era profesor de sociología y filosofía, influyeron en la negativa de ingreso a Santo Domingo luego de un viaje que realizó a Puerto Rico el 13 de junio.
En una amenazante declaración, Migración expresó que si el religioso “seguía expresándose públicamente en la forma en que lo venía haciendo” no le permitiría la entrada.
Representantes del CU, del cual Figueredo fue asesor y uno de los fundadores, declararon que su labor era de orientación al pueblo, fundamentalmente a la juventud, y aclararon que el programa era un órgano de difusión de ese centro. Firmaron Julio César Castaños Espaillat, Luis R. del Castillo Morales, Dagoberto Tejeda, José Antonio Frías, Zoraida Heredia viuda Suncar y otros.
Luego se pronunciaron 59 sacerdotes, entre los cuales figuraban el arzobispo Hugo Eduardo Polanco Brito y los obispos Roque Adames y Juan Félix Pepén. Los sacerdotes representaban prácticamente a todo el clero nacional.
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El Episcopado Dominicano instó al presidente Balaguer a suspender el impedimento, no solo de Figueredo sino del padre Gratiniano Varona, y la Compañía de Jesús, en un comunicado, estimó que el padre Sergio Figueredo había sido fiel en su actuación a las normas y al espíritu de la Iglesia.
Hubo protestas y movilizaciones. El nuncio apostólico, Antonio del Giudice, intentó reunirse con Balaguer para tratarle el caso.
Nada logró que Figueredo volviera al país hasta el 8 de septiembre de 1978 cuando el presidente Antonio Guzmán levantó el impedimento.
En círculos religiosos se ha comentado que desde que se ligó al Colegio Universitario, “Figueredo empezó a ser castigado, incluso, por el arzobispo Octavio A. Beras, que aludió a su persona y prédicas, en Radio ABC”, aunque luego se presentó a un almuerzo “haciendo alardes de simpatía y abrazándolo”.
Se dice que el padre José Luis Alemán acudió indignado por esta actitud a la oficina del Nuncio, “solicitando que el Dicasterio Romano denunciara los ataques del arzobispo Beras”.
Volvió
Sergio nació en Cienfuegos, Cuba, el 17 de octubre de 1931, hijo de Domingo Figueredo y Virginia Fernández. Ingresó en el noviciado de San Estanislao, en La Habana, donde estudió humanidades. Viajó a España para cursar filosofía y concluidos estos estudios fue enviado a Magisterio en el Seminario Menor de Aibonito, Puerto Rico, donde enseñó sociología.
Sus estudios teológicos los hizo en Frankfurt, Alemania, en Oña, Burgos, y en Toronto, Canadá. Recibió el sacerdocio en Oña, Burgos, el 30 de julio de 1960. Hizo profesión solemne en Manresa, Loyola, el 2 de febrero de 1965.
Desde su llegada al país enseñó sociología del desarrollo en el Instituto Politécnico Loyola, y sociología latinoamericana y filosofía en la UASD.
“Al solicitar la naturalización dominicana, las autoridades le hicieron demorar e incluso le amenazaron más de una vez con la deportación por órdenes del presidente Joaquín Balaguer”, se expresó.
Estuvo poco tiempo en Santo Domingo luego del levantamiento del impedimento y se trasladó a Chile donde se doctoró en filosofía social.
Fue principal del Colegio de Miami, desde 1980, y hasta su muerte, residía en la residencia del antiguo templo de Gesú de esa ciudad.
Volvió al país el 30 de octubre de 1988 hasta 1990.
En el Colegio de Miami fue internado de una dolencia en las vías respiratorias, aunque le encontraron un cáncer. Allí falleció el 13 de junio, cumplidos los 92 años.