¿Te has preguntado qué es lo necesario para provocar el orgasmo femenino? Nada del tamaño del pene, de la habilidad del hombre en la cama, del atractivo de la otra persona o del momento del día en el que se practica el coito. Lo que de verdad importa es la concentración y aquello que pasa por la cabeza de la mujer durante el acto sexual, concluye la investigación dirigida por el sexólogo Pascal de Sutter, de la Universidad de Louvain en Bélgica y publicado en el último número de Sexologies, y que publica el periódico español El Confidencial.
Aquellas mujeres que se definían como “orgásmicas” (es decir, que solían disfrutar de orgasmos con una alta asiduidad) eran las que solían tener más pensamientos eróticos durante el acto. Por el contrario, las que manifestaban una menor satisfacción sexual eran las que se distraían de manera más frecuente en la cama. Con una particularidad, que es que tanto unas como otras tenían un nivel semejante de pensamientos eróticos cuando se masturbaban sin la presencia de sus compañeros.
El poder de la mente. Durante siglos, la mujer ha visto cómo le era negada la capacidad de manifestar sus inquietudes y fantasías sexuales, hasta el punto en el que la creencia más popular afirmaba que las mujeres, simplemente, carecían de deseo. Quizá por ello los investigadores califiquen de “sorprendentes” los resultados de la investigación. Sin embargo, estos parecen claros: lo cognitivo juega un papel más importante en el orgasmo femenino que lo físico.
Como explica el estudio, las mujeres no suelen tener ningún problema en centrarse en sus pensamientos eróticos cuando se encuentran solas. Sin embargo, es en el encuentro con su compañero (o compañera, como ocurría en un 10% de los casos) cuando empiezan a surgir los problemas, en muchos casos, ligados a la inseguridad o al estrés, que provoca que se pierda la concentración y la mente empiece a divagar durante el coito. Una conclusión que refuerza lo que ya habían sugerido previos estudios.
¿En qué piensan las mujeres que no llegan al orgasmo? Según señalan sus responsables, por lo general, se trata de cosas que nada tienen que ver con el sexo y que hace que estas no puedan vivir el momento, sino que se proyecten hacia algo ocurrido en el pasado o algo que les atormente del futuro. En muchos casos, esta imposibilidad para abstraerse de lo cotidiano está impulsada por la inseguridad ante la propia imagen o el peso.