La Compañía Lírica Nacional, dirigida por la soprano Ondina Matos, presentó la ópera bufa “Rita” o “El marido apaleado”, de Gaetano Donizetti, en la Sala Máximo Avilés Blonda del palacio de Bellas Artes.
Desafortunadamente, Donizetti no pudo disfrutar de su ópera, pues fue estrenada en París en 1860, años después de su fallecimiento.
El argumento en formato de comedia, gira en torno a Rita, propietaria de una hostería, es viuda –aparentemente- de un marido abusador, “Gasparo”, pero se ha vuelto a casar con el bobo de “Beppe”, y se siente feliz, es ella quien le pega al marido.
Pero todo cambiará, con la llegada de su exmarido que aparece buscando el certificado de defunción de Rita –él también se creía viudo- para casarse de nuevo.
Las anécdotas sobre abusos, dentro de un ambiente de comicidad, llevan a los dos maridos a intentar liberarse de Rita, Gasparo con gran ironía repite: “Se puede pegar a la esposa, pero no se debe matarla”.
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Como en toda ópera bufa u opereta, se alternan los fragmentos cantados y hablados. Las encantadoras y bellas melodías, los diálogos y las situaciones de comicidad, hacen de “Rita” una divertida comedia musical.
La dirección escénica de Fausto Rojas, creativa, sitúa la acción en nuestro país, con toques de color local en los parlamentos, en español.
La escenografía de gran colorido y abundantes detalles creada por Salvador Bergés, es una hermosa alegoría, realzada por el diseño de luces de Lillyanna Díaz, es el espacio perfecto para la recreación de esta comedia doméstica.
Ocho números musicales, arias para los tres personajes, duetos y un trío, son interpretados por tres cantantes líricos, elementos protagónicos e insustituibles, que dan vida a esta opereta.
El personaje de “Rita, la dueña del hostal, es interpretado por nuestra gran soprano Paola González, cuya voz potente y tonalmente rica, se decanta en las arias.
El tenor Otilio Castro encarna al pánfilo “Beppe”, su bella voz de timbre claro y agudos de gran alcance, logra momentos impactantes.
La robusta voz del barítono Eduardo Mejía, con graves y agudos brillantes, es perfecta para la interpretación del perspicaz “Gasparo”. Los duetos entre “Rita” y “Beppe” hermosos, alcanzan un nivel belcantista.
Como todo director de actores, Fausto Rojas logra llevar a los cantantes a mostrar todo su potencial histriónico. Paola, Otilio y Eduardo, nos deleiten con sus voces, pero además nos divierten; la comicidad es un atributo esencial, inherente a toda ópera bufa.
El actor –no cantante- Gilberto Hernández, asume con gracia exquisita el rol del “Narrador”, personaje picaresco, especie de hilo conductor. Otro acierto de la puesta en escena es la utilización de los figurantes: Mónica Rodríguez, Nelson Gómez, Anne Satín, José Andrés Díaz, Andrea Castillero, Dalma Cruz y Sheila Jones, cuya movilidad constante enriquecen la escena, produciendo momentos de gran hilaridad.
El acompañamiento musical, solo del piano, a cargo del pianista y co-director artístico Anton Fustier, transmite la belleza de la música del célebre compositor, basamento de donde parte todo. Pero Fustier, además de su excelente interpretación se involucra en la trama, con movimientos y gestos elocuentes, desde el piano, elemento fundamental colocado en la escena.
El terceto final une las voces de los intérpretes, las diferentes tesituras se acoplan en un cierre espectacular, que el público retribuyó con prolongados aplausos.
Felicitaciones a la Compañía Lírica Nacional, a su directora Ondina Matos, a los maravillosos intérpretes Paola González, Otilio Castro y Eduardo Mejía, y a todos los que intervinieron en esta puesta en escena, y a Fausto Rojas, director de la Compañía Nacional de Teatro, por llevar a buen puerto esta exquisita ópera bufa.