Los peledeístas lo convirtieron en regla de oro, lo que sin duda contribuyó a su largo reinado, pues un partido fuerte y unido es el mejor regalo que sus miembros y dirigentes pueden ofrecerle a su gobierno, sobre todo en tiempos de problemas y dificultades.
Por eso se empeñaron siempre, o mientras lo permitieron las circunstancias, en lavar la ropa sucia en casa, en estricta intimidad partidaria, y por eso vimos con frecuencia a su Secretario General, el inolvidable Reinaldo Pared Pérez, recordándoles a sus compañeros que las diferencias había que dirimirlas puertas adentro, en las instancias de la organización política.
Finalmente, como ya todos sabemos, esas diferencias se hicieron tan grandes que desembocaron en una división que llevó al expresidente Leonel Fernández a montar tienda aparte, siendo la principal y mas dolorosa consecuencia de la incapacidad de conciliar los intereses contrapuestos de sus dos principales líderes la pérdida del poder.
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Un espejo en el que conviene mirarse para no cometer el mismo error, ni sufrir las mismas consecuencias.
Pero hay gente que no aprende en cabeza ajena aunque haya vivido similares experiencias con los mismos resultados, algo de lo que pueden dar fe muchos perremeístas que se llevaron al nuevo partido la dolorosa experiencia que vivieron por culpa de las querellas intestinas que convirtieron al PRD del jacho prendío en un pésimo aliado de sus propios gobiernos.
Se supone que nadie en el PRM quiere que eso pase, pero la elección de sus nuevas autoridades puede convertirse, como en el pasado, en fuente de discordias que desborden los cauces partidarios.
De ahí el llamado de Carolina Mejía, su Secretaria General, exhortando a lavar la ropa sucia en casa para no afectar la unidad necesaria para continuar en el poder más allá del 2024, pero no todos se darán por aludidos.
Y eso también es democracia, al igual que llevarla a lavar al TSE.