En otras latitudes es frecuente ver a periodistas dar seguimiento a noticias durante meses o años hasta concluir con el tema, pero en nuestro país el periodismo de investigación, con excepción de Nuria Piera y Alicia Ortega, es prácticamente inexistente por la trampa en que caen quienes dejan un tema impactante para engancharse rutinariamente en algo más horripilante o sorprendente, sustituyendo lo malo por lo peor y la ciudadanía se queda sin conocer finales de grandes noticias porque a los periodistas les resulta difícil, por ejemplo, buscar informaciones en nuestras deprimentes cárceles y entrevistar o conocer el destino final de criminales, lo que podría convertirse en una guía para que familiares, adversarios y cómplices puedan localizarlos y planificar desde fuera, con complicidad interna, una venganza o escarmiento para individuos con repugnantes crímenes que motiven actos de retaliación en las cárceles.
Sólo dos ejemplos: El año pasado en Hato Mayor y Bajos de Haina dos patanas provocaron muertes de escolares y pasajeros y la ciudadanía no sabe con certeza qué ha pasado con los conductores responsables.
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