Parroquia de San Dionisio de Higüey. Fotografía de Mariano Hernández. Cortesía Fundación Luces y Sombras.
El formidable conjunto artístico, conformado por pinturas, esculturas, retablos, murales y vitrales, que adornan la restaurada y renovada iglesia de San Dionisio de Higüey, al mismo tiempo que nos deslumbra, también nos permite imaginar el caudal de prodigios, leyendas y manifestaciones espirituales auspiciadas por este sagrado espacio en su dilatada, significativa y fascinante cronología histórica.
Luego de más de quince años de ruina, desidia y expectación, la primera fase del proceso de restauración y remozamiento de la antigua iglesia de San Dionisio, localizada en elcentro de la ciudad de Higüey, ha concluido con la reintegración y renovación de su arquitectura, su dignidad eclesiástica, su gloria histórica y su relevancia cultural, además de sumarle una atractiva dimensión como auténtico museo de arte religioso.
La renovación de San Dionisio, seguramente resultará de gran beneficio para la Iglesia católica, la diócesis, la feligresía y el Ayuntamiento de Higüey, así como para todos los sectores de la sociedad higüeyana que habían permanecido largo tiempo clamando por su rescate y reapertura. Asimismo, grandes beneficiarios serían el comercio y la industria turística de nuestro país, ya que de ahora en adelante podrían agregar este histórico santuario en su repertorio de ofertas, primicias y novedades culturales.
Los costos de restauración han corrido a cargo del Ministerio de la Vivienda y Edificaciones (MIVED), mientras que la dirección del proyecto restaurador ha sido responsabilidad de Juan Gilberto Núñez, presidente de la Fundación Luces y Sombras, armador y coordinador de un excelente equipo integrado por especialistas, arquitectos, ingenieros, conservadores, restauradores, pintores, escultores, artesanos y maestros ebanistas de larga experiencia.
El proceso ha incluido el reforzamiento físico y estructural, la intervención y renovación de la fachada principal, la restauración de todo el mobiliario en la nave central, el Presbiterio y el Santo Retablo, así como importantes materiales y objetos litúrgicos, artísticos y culturales originales.
Las acciones de intervención han incluido la recuperación de ciertos elementos peculiares de San Dionisio en tanto lugar de peregrinaje y contexto mítico como El Pozo de la Virgen y la inefable Cruz del Perdón, junto con la iluminación del edificio y su entorno urbano inmediato.
Historia, leyenda y fervor religioso popular se entrecruzan y mixtifican de maravilla en el Santuario de San Dionisio a la Virgen de la Altagracia.
Y es que se trata del sitio marcado por la historia, la tradición y la calenda memorial en que inicia y florece la veneración popular dominicana a la Virgen María Madre de Jesús en su advocación de Virgen de la Alta Gracia, sin ninguna duda, la más vibrante y significativa entre las diversas expresiones espirituales del pueblo dominicano.
Se trata de una de las primeras iglesias construidas por los españoles en el Nuevo Mundo; el primer santuario cristiano de América y el primer templo transmarítimo consagrado a la Virgen de la Altagracia. Acreditados arquitectos, teólogos y especialistas en conservación del patrimonio cultural material, tanto de Europa como de América Latina y el Caribe, nos permiten advertir una insólita unanimidad sobre la consideración del templo de San Dionisio como uno de los edificios religiosos más significativos, histórica y culturalmente, de la República dominicana y toda Hispanoamérica.
De esta manera, más que la restauración, remozamiento y puesta en valor de una de las riquezas culturales materiales más notables de nuestro país, lo que ha logrado Juan Gilberto Núñez es un verdadero museo de arte religioso contemporáneo en el mismo corazón de la ciudad de Higüey y el cual, desde ahora en adelante, estará consagrado al desarrollo y regocijo espiritual no solo de la feligresía católica de toda la región Este, sino también de los diversos sectores de la sociedad dominicana del presente y el devenir.
Desde la plazoleta; la parte superior de la fachada, los alrededores del edificio y en todos los espacios exteriores e interiores del nuevo templo de San Dionisio, sus visitantes participan de una nueva realidad urbanística y una experiencia estética aún más fascinante en las cuales se fusionan en efectiva y admirable consonancia religión, arte, arquitectura, espiritualidad e imaginación creadora. Arte y fervor religioso, devoción mariana y creatividad artística desbordada.
Las seis capillas agregadas a San Dionisio en las primeras décadas del siglo XX y construidas en cemento, han sido restauradas y remozadas con esculturas policromadas, retablos, vitrales, murales obras pictóricas que representan efigies e imágenes poderosamente sugestivas como el Corazón de Jesús, Los Doce Apóstoles, San Antonio de Padua, San Judas Tadeo, Santa Bárbara, el Milagro de San Dionisio y los Milagros de la Virgen.
Toda la producción artística ha sido diseñada y realizada en los talleres de la Fundación Luces y Sombras. Fibra de vidro, madera, arcilla, cristal, óleo, acrílica, pan de oro, pan de plata y betún de judea, son los materiales utilizados en la factura de las esculturas, relieves, esquineros, repisas, rosetones y gárgolas que decoran los muros y los espacios interiores y exteriores.
Como en los tiempos antiguos, la recuperada y remozada parroquia de San Dionisio de Higüey trasluce una apuesta renovada por la recuperación de las imágenes artísticas como anunciadoras de la fe, pues ya se sabe que la imagen religiosa es capaz de expresar de manera más efectiva la pastoral liberadora que la misma palabra en tanto que resulta infalible y porta un mayor dinamismo comunicativo en la transmisión del mensaje evangélico.