Se cierra la campaña, unánime el pronóstico

Se cierra la campaña, unánime el pronóstico

Mañana cierra oficialmente la campaña electoral, la cual ha discurrido signada por un consistente pronóstico en lo relativo a quién ganará la competencia por la presidencia de la República. Todas las encuestas de reconocida credibilidad pronostican el triunfo en primera vuelta del presidente/candidato Luis Abinader y de ser así, también sería otro triunfo de la encuesta como método científico para medir la intención de votos en determinado proceso electoral.

La JCE ha tenido un comportamiento correcto, los conflictos/reclamos entre partidos han sido resueltos a tiempo y de buena forma, pero no ha sido lo suficientemente firme, al igual que el TSE, en la exigencia a sectores de algunas iglesias para que no entorpezcan el proceso electoral. Esos sec tores, que de diversas formas reciben recursos del Estado, publican documentos para favorecer a algunos candidatos y en contra de otros, en franca violación de los derechos políticos electorales de ser elegidos que consigna nuestra Constitución. Lo lastimoso es que los afectados no son debidamente defendidos por sus partidos, los cuales bajan la cerviz ante semejantes atropellos.

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En cuanto a las encuestas, las mismas encuestadoras con que validaron sus números en un momento, son las que después dicen que mienten cuando arrojan números que favorecen a sus adversarios. Durante el debate de los principales candidatos fue recurrente el cuestionamiento del dato utilizado para sostener una posición, sobre todo cuando del candidato/presidente se trataba. A tal propósito, se dice que esas diferencias obligan a más objetividad en el uso de los datos oficiales referidos a diversos temas. Una media que obliga a en que en futuros debates electorales se establezcan las fuentes básicas que se utilizarían en la discusión. Eso se hizo Juan Bosch antes de iniciar el histórico debate con el padre Laútico García en 1962, exigió que se aceptase el Diccionario de la Real Academia Española como una fuente que validaría los argumentos de ambos.

Hoy, el odio, la mentira infame y el miedo constituyen las principales armas políticas en los procesos electorales y en la práctica política. Con desfachatez, en sus exposiciones algunos candidatos utilizaron profusamente la toxicidad del discurso ultranacionalista y xenófobo que recorre el mundo. Otros se apoyaron en el ultraconservadurismo para agenciarse el voto de ese segmento de la juventud ávido de certidumbre. Ojalá que ese y otros segmentos, además de determinados partidos, asuman la esencia de la propuesta electoral que con excepcional brillantez expuso la joven Virginia Antares Rodríguez en el debate de candidatos.

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