En medio de la temporada de reflexión que representa el inicio de la Semana Santa, muchos recuerdan uno de los capítulos más emotivos y dolorosos que atravesó el hijo de Dios cuando llegó al mundo terrenal para salvar a los hombres por medio de sus enseñanzas.
Tomando como base los antiguos escritos, la autoridad romana de nombre Poncio Pilatos fue el responsable de la persecución y crucifixión de Jesús de Nazaret. Este camino que recorrió mientras era golpeado e insultado es conocido como la pasión de Cristo. Así sean creyentes o no, es inevitable no estar familiarizado con esta historia porque la hemos podido ver innumerables veces en las películas que intentan revivir esos tiempos.
El origen del cristianismo se vio reflejado en ese elemento gigante donde le quitaron la vida que lo tomaron como un elemento simbólico, que se encuentra en las iglesias, templos de oración y en las viviendas de los fieles. Pero, ¿qué ocurrió con la cruz en la que murió y… realmente fue hallada?
¿QUÉ PASÓ CON LA CRUZ DONDE MURIÓ JESÚS?
De acuerdo a unos escritos en los siglos III y IV (siendo los más recordados aquellos escritos por Gelasio de Cesarea o Jacobo de la Vorágine), este elemento de madera fue encontrado en Jerusalén y es así como nacen los relatos que se comparten de generación en generación, los cuales indican que algunos monasterios e iglesias alrededor del mundo tienen al menos un trozo de la llamada “vera cruz” en sus altares, para que pueda ser alabada por los religiosos.
Candida Moss, profesora de Historia de los Evangelios y Cristianismo Temprano en la Universidad de Birmingham, sostiene que esta teoría no puede ser cierta en su totalidad ya que los romanos pudieron utilizar esa madera para crucificar más personas o reutilizarlas en talleres de carpintería.
Desde que el mundo antiguo conoció la historia del hijo de Dios, ningún escrito dio señales de lo que pudo ocurrir con la cruz, solo se tenía el registro de Gelasio, quien intentó explicar cómo se dio el hallazgo y la persona responsable del mismo.
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Esta versión es protagonizada por Helena, santa de la Iglesia católica y madre del emperador romano Constantino, quien impuso el cristianismo como religión oficial del Imperio. Se explica que ella fue enviada por su hijo para encontrar la cruz de Cristo, por lo que fue llevada hasta el monte Gólgota, donde se supone fue crucificado Jesús, y allí se encontró con tres cruces. Como desconocía cuál era la correcta, pidió que trajeran a una mujer enferma para que se ubique sobre cada una de ellas. Se sabría cuál era la auténtica si es que una la curaba.
Incluso, se relata que la verídica tenía señales de haber sido parte de una crucifixión por la ubicación de los clavos y otros elementos de tortura. Ya que Helena completó su misión, parte de la cruz fue llevada a Roma y la otra permaneció en Jerusalén. De acuerdo a las historias que forman parte de las tradiciones religiosas, estos restos se encuentran conservados en la basílica de la Santa Cruz de la capital italiana. Como parte de las jornadas de evangelización, estos objetos fueron compartidos en gran parte de Europa para que sean conservados en templos.
¿QUÉ PALABRAS DIJO JESÚS EN LA CRUZ?
Estas fueron las siete últimas palabras de Cristo mientras agonizaba:
1. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
2. “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”
3. “Mujer, he ahí tu hijo. He ahí tu madre”
4. “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”
5. “¡Tengo sed!”
6. “Todo está consumado”
7. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”