Si te atribuían un potencial, eras candidato para ser eliminado

Si te atribuían un potencial, eras candidato para ser eliminado

Luego de su actuación en el comando de Villa Consuelo durante la Guerra de Abril, Henry Segarra Santos recibió instrucción bélica de Checo Lubriel (Pachiro) para pasar a formar parte con otros compañeros del Movimiento Popular Dominicano del Comando ubicado en la escuela Argentina, donde lo designaron oficial.

José Antonio Figueroa, subcomandante, cuenta que junto a ellos se encontraban Tito Montes, Winston Vargas (Platón) y Breno Brenes, “que era nuestro jefe instructor, nos organizó en disciplina militar y nos preparó hasta el extremo de que en una supervisión que nos hizo el general Lachapelle, felicitó al MPD”. Posteriormente, añade, los adiestraron en guerra de guerrillas Maximiliano Gómez (el Moreno) y Gustavo Ricart (Richard).

Melvin Mañón relató que Henry, junto con Rafael Rivera (Riverita), “participó en la toma de los primeros tanques del CEFA en la parte norte, cerca del puente, utilizando bombas molotov”.

Terminada la contienda de 1965, José Antonio siguió la lucha política con Henry. “El partido formó el grupo A y envió sus principales cuadros al Cibao, con sede en la calle Las Carreras, de Santiago. Viajamos Henry, Tito Montes, José Ramírez Conde (Condesito), Leopoldo Grullón y un servidor. El objetivo era aplicar la consigna “Lo mejor al campo”. Nos reuníamos con campesinos y enfatizábamos la necesidad de la reforma agraria”. Se movilizaban entre San Francisco de Macorís, Nagua y Salcedo.

Melvin explica que en 1966 el MPD atravesó por un conflicto “que en el fondo fue la tesis política que se llamó Lo mejor al campo. Máximo López Molina y otros no la compartían, dice, tenían una visión más urbana de la lucha, y la disputa ideológica se convirtió en personal, se produjo una crisis interna que ganó Maximiliano Gómez, derrotó a Máximo López Molina, que era el fundador del Partido”.

Por su lado, Figueroa concluye su experiencia junto a Henry, significando que “la última vez que estuvimos juntos fue cuando se dividió el MPD, fui a Santiago, hablé con él y Tito Montes y les aconsejé que sopesaran bien su posición de permanecer en el partido porque yo entendía que los que se quedaban se dirigían a un matadero, esa línea era ya un fracaso, el país había sufrido varios reveses guerrilleros”, dice. A José Antonio le habían asesinado un hermano, Roberto Figueroa (Chapó), en la Duarte esquina Nouel de la Zona Colonial, consecuencia del secuestro de Donald J. Crowley.

Pensaba, además, que “ya los movimientos de las resistencias urbanas estaban en proceso” de descalabro. “Por eso la posición de nosotros era la de la lucha política”, afirma refiriéndose al Pacoredo. Henry no aceptó el consejo, le dijo que tenía un compromiso con su agrupación y que el tiempo diría quién tenía la razón. “Cada uno tomó su camino, se perdió la comunicación, no lo vi más”, expresa. Cuenta que cuando se enteró de su trágica desaparición lamentó que “no hubiera nunca una presión para esclarecerla”.

“Realmente sentí una gran tristeza, casi de lágrimas, fuimos compañeros durante muchos años”, significa, pero tanto Henry, como su hermano, interpretaron su advertencia como “un acto de cobardía”. Sin embargo, Figueroa les replicó que “una retirada estratégica” no lo era. “Pero el radicalismo ideológico con que ellos se manejaban hacía que no entendieran nada de esto”, agrega. Figueroa abandonó el Pacoredo en 1972.

En Mao. Para José Antonio Figueroa, Henry Segarra fue apresado en Mao pero no abunda en otros detalles. Lamenta que el nombre del combatiente haya quedado “prácticamente en el olvido” y opina que “el MPD no se dedicó a hacer presión para que se esclareciera, o lo hizo muy tímidamente, como pasó con Guido Gil”, expresa. Pero la memoria de Segarra, prosigue, fue sepultada. “El partido no hizo una campaña intensa de recordación de Henry ni de Tito Montes, que fue acribillado en el Sur, ni de Guido Gil”, reitera.

Entiende que Henry Segarra merece más que una calle con su nombre “y que se divulgue su papel en el plano político, de dirigente estudiantil y de ciudadano responsable”. Considera que un liceo debería llamarse como él “por sus luchas a favor de la educación y de los estudiantes. La UER era la vanguardia de la juventud dominicana y Henry era uno de sus líderes”.

Lo define “tranquilo, de poco hablar pero con un gran sentido de la responsabilidad, disciplinado, afable, sencillo, sumamente discreto. No era arrogante ni petulante”. Tanto Figueroa como Benito Fernández confían en que la Comisión de la Verdad que promueve el Museo Memorial de la Resistencia “agende estos casos y a los responsables se les aplique aunque sea una condena moral”.

“No vivió lo suficiente”. Melvin Mañón Rossi comenta que en el proceso de recomposición del Comité Central del MPD hubo necesidad de reestructurar también el del Distrito, “la segunda instancia más importante, y ahí llegó Henry Segarra”.

Lo había conocido adolescente, cuando aún “tenía barros en la cara, era un chamaco”, declara. Entre otros miembros del MPD que lo trataron menciona a “Efraín Sánchez Soriano (Pocholo), Memo Harris, Modesto Reynoso, Diego Pimentel, Breno Brenes Guridi y Edgar y Miguel Ángel Erickson (el Cachorro).

Refiere los cambios “que lideró Maximiliano Gómez en 1966 “y Henry fue escogido para viajar a Cuba y recibir entrenamiento militar. Ahí viene la primera gran notoriedad de Henry, porque ese viaje fracasa”. Realmente fue muy difundido. Balaguer pronunció discursos por cadenas de radio y televisión, luego reproducidos íntegros en la prensa escrita.

El dirigente iba acompañado de Jorgito Puello Soriano, “pero llevaban en un estuche de pasta de dientes y en cremas de afeitar una serie de microfilmes y mensajes codificados que el MPD enviaba al gobierno cubano. En esos documentos iba de todo, desde informes y solicitudes de ayuda económica, nombres de personas que se enviarían a recibir entrenamiento, hasta la solicitud de visa para mí”, narra Mañón. En la próxima entrega se ofrecen testimonios nuevos de este hecho.

Melvin define a Henry fogoso, entusiasta, inteligente. “Era un segundo Otto Morales hasta en el aspecto emotivo. Era valiente, con carisma, ingenuo, sin malicia. El Moreno, Otto y Henry eran seductores. Los tres tenían una sonrisa que encantaba serpientes”, significa.

Segarra Santos poseía un gran potencial intelectual y operativo pero “no vivió lo suficiente como para dejar un legado, un pensamiento propio. En cierto modo, fue el mismo caso de Amaury”, confiesa.

Explica el olvido alegando que el MPD nunca recibía el mismo nivel de cobertura periodística que el 14 de Junio “y Henry fue desaparecido y el desaparecer a alguien deja un rastro diferente que un asesinato en la vía pública o delante de la esposa y de los hijos”. Además, cuando a Henry lo desaparecen, razona, “ya estaba en su apogeo el proceso de fragmentación de la izquierda”.

Concluye reflexionando que Balaguer nunca mató ni desapareció revolucionarios por capricho sino “producto de un análisis de inteligencia. Si te atribuían un potencial, decretaban que eras candidato para ser eliminado. La valía de Henry es testimoniada en el hecho mismo de su desaparición”.

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