El 4 de julio de 1965 se formó en Santo Domingo una organización patriótica con el nombre de «Frente Cultural», para rechazar la inserción en territorio dominicano de soldados extranjeros que desde el 28 de abril intervenían en los asuntos internos amparados en la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) creada por la Organización de Estados Americanos (OEA) para justificar y disculpar esa acción agresora.
Esa entidad nacionalista estaba sustentada por 72 intelectuales y artistas de distintos géneros, coordinados por Silvano Lora, un pintor de 34 años de edad formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes, que se había ganado la simpatía de una parte significativa de la intelectualidad dominicana por la relevancia adquirida en el extranjero durante más de 10 años de residencia en París (desde 1954), donde estuvo estrechamente conectado a los exponentes de las técnicas pictóricas predominantes en Europa, que habían impactado la plástica dominicana con sus originales composiciones y teorías sobre el color.
El denominado Frente Cultural era el segundo reto gremial de Lora, dado que en 1962, luego de su retorno a Santo Domingo, aprovechó la apertura democrática originada por el desplome de la tiranía trujillista para participar en compañía de colegas pintores y de amigos escultores, poetas, escritores y teatristas, en la fundación del grupo cultural “Arte y Liberación”, que impulsaba la producción intelectual y artística con compromiso social, a tono con la lucha por la libertad y la democracia del pueblo dominicano, sin menguar la creatividad y originalidad de los artistas.
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Ahora, tres años después, asistido por el pintor Ramón Oviedo y el poeta combatiente Jacques Viaux, situado en el comando B-3 que operaba en la calle Jacinto de la Concha próximo a la avenida México, Lora emprendió la estructuración del también conocido “Comando de los Artistas”, en respaldo a la firme postura de los constitucionalistas que defendían la integridad territorial de nuestro país.
La idoneidad y vigorización de esta entidad cultural determinó el trato afable que el gobierno en armas del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó le dispensó desde que el capitán de fragata Manuel Ramón Montes Arache, en nombre del alto mando militar, autorizó su operación dentro de una casa situada en la calle Santomé esquina El Conde, de la zona colonial, abastecida de materiales de pintura.
La tarea principal de los pintores del comando de los artistas, era organizar exposiciones pictóricas y tertulias en galerías, teatros, cines, sindicatos y parques, bajo la supervisión de Ada Balcácer, Ramón Oviedo, Elsa Núñez, José Cestero, Asdrúbal Domínguez, Julio Susana, José Ramírez Conde, Dionisio Rodríguez, Cándido Bidó, Soucy de Pellerano, Manolo Quiroz, Gisela Risk, Virgilio García, entre otros.
Muchas de las exposiciones de pintura fueron mostradas en la Galería Auffant, en el Café Sublime y en el estudio de José Cestero, situado en la calle Arzobispo Nouel, donde los inspirados pintores nacionalistas plasmaron en lienzos y murales sus creaciones artísticas sobre el drama de la guerra, mientras los artesanos operaban los talleres donde se crearon todos los afiches, carteles, vallas y cruzacalles que se exhibieron en la ciudad para repudiar la invasión extranjera en los mítines realizados en los cinco meses de acción bélica.
Bienal del 65
Posiblemente la actividad artística más importante efectuada por el Frente Cultural en el área de la pintura, desde el lanzamiento de su manifiesto nacionalista, fue el concurso de arte ganado por el destacado pintor social Ramón Oviedo con su cuadro “24 de Abril”, realizado en amplio formato con técnica mixta sobre lienzo, de 94 pulgadas de extensión y 45 de altura, con fondo en colores ocre y negro que ambientaba la desolación de la ciudad pisoteada por las botas invasoras.
Según escribió el conocido crítico de arte Arnulfo (Miñín) Soto, el 15 de febrero de 2020 en la sección Areíto del periódico Hoy, esa creación no sólo ha sido la mejor realización de Oviedo; sino, además, “el cuadro más importante que ha creado un pintor dominicano”. Por lo cual se le considera, desde su presentación, como una obra maestra y la más emblemática de la plástica dominicana, al representar la defensa heroica de la democracia constitucional que hizo entonces el pueblo dominicano.
Otra obra importante mostrada en plena revolución de Abril recibió el nombre de “Ascensión del poeta”, concebida por Silvano Lora como un merecido homenaje póstumo al poeta Jacques Viaux, quien fue abatido por las tropas extranjeras en junio de 1965, durante los combates escenificados en la zona constitucionalista.
Esta pintura tuvo sobresaliente valoración en la primera exposición colectiva realizada en la Galería Auffant el 16 de agosto de 1965, organizada por los pintores Gilberto Hernández Ortega y Asdrúbal Domínguez para conmemorar el 102 aniversario de la Restauración de la República.
En esa colectiva se exhibieron 15 pinturas de contenido dramático; entre las cuales se destacaron: “Paz sorprendida”, de Ada Balcácer; “Mujer de luto”, de Gilberto Hernández Ortega; “Evasión de angustia”, de José Cestero; “Antropófagos del siglo 20”, de Leopoldo Pérez “Lepe” y “Hombre disparando”, de Paul Giudicelli.
También, “Aplastados por el imperio”, de Asdrúbal Domínguez; “Cabeza”, de Aquiles Azar; “15 de junio de 1965”, de Ramón Oviedo; “Hacia la luz”, de Dionisio Pichardo; “Sabana de esperanza”, de Marcial Schotborgh y un óleo sin título del maestro Guillo Pérez.
Otras actividades no menos importantes fueron “Arte para el Pueblo”, celebrada en el club Tito Marte; la exposición de murales realizada en la Galería Nacional de Bellas Artes y la exposición concurso celebrada el 14 de noviembre de 1965 en el Palacio de Bellas Artes, con la participación de los pintores antes citados, donde se dio a conocer el manifiesto del colectivo que contenía el compromiso asumido por los artistas. En esta fecha ya se había instalado el gobierno provisional del doctor Héctor Rafael García-Godoy, surgido de un acuerdo de paz entre la OEA y los sectores en pugna.
Sin duda que con esas creaciones, nuestros pintores sirvieron a la causa patriótica, demostrando al tenor del manifiesto del Frente Cultural, que “la lucha armada no consiste en solamente en el uso del fusil, sino también en las ideas que mueven el fusil. Porque detrás del gatillo está el hombre”.
De esa manera, los hombres y mujeres del pincel aportaron talento y creatividad como los poetas y artistas de otros géneros que sirvieron a la causa constitucionalista; entre ellos, Aníbal de Peña, cantor de la patria-autor del Himno Constitucionalista; el poeta nacional don Pedro Mir, con su poema «Ni un paso atrás»; el poeta Abelardo Vicioso, con el «Canto a Santo Domingo Vertical»; el poeta y escritor Diógenes Céspedes con “Homenaje fúnebre para Jacques Viux”; el poeta y pintor Ángel Haché, con “Figuras de Cartón”, y el teatrista Salvador Pérez Martínez (El Pera), con la animación del Teatro Rodante.