El médico psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung, en cierto modo heredero de su compatriota Sigmund Freud, desarrolló una interesante tesis acerca del simbolismo como factor importante en el comportamiento humano.
La representación de la patria a través de una bandera, un escudo e himno son ejemplos conocidos por todos.
En el campo religioso tenemos el significado de la Biblia y las iglesias entre los cristianos y del Corán y las mezquitas entre los musulmanes. En la democracia occidental mencionamos el parlamento y palacio presidencial.
En los Estados Unidos el Poder Ejecutivo centraliza su simbolismo en La Casa Blanca ubicada en la capital norteamericana, en tanto que el Poder Legislativo tiene su sede en el edificio del Congreso más conocido como el Capitolio.
Sobre este último diremos que el miércoles 6 de enero de 2021, Día de los Santos Reyes en el calendario católico, Baltazar, Gaspar y Melchor fueron impedidos de llevar regalos a los congresistas norteamericanos debido a un asalto insurreccional al histórico edificio por un contingente de fanáticos supremacistas blancos inspirados en su líder coyuntural Donald Trump.
El desafío a la institucionalidad estadounidense tenía como propósito fundamental evitar mediante la amenaza que los congresistas certificaran el triunfo electoral de los demócratas Joe Biden y de Kamala Harris como presidente y vicepresidenta de los Estados Unidos, luego de los comicios llevados a cabo el 3 de noviembre de 2020.
Se había roto el tradicional reconocimiento de la victoria del Partido Demócrata por parte del saliente contendor republicano.
Había llegado a su clímax la crisis política acelerada por el manejo equivocado de la pandemia del coronavirus, por parte del ejecutivo de turno de la patria de Thomas Jefferson, John Adams, Alexander Hamilton, Benjamín Franklin, James Madison, John Jay, así como la figura central de George Washington. A su vez esa crisis política es hija de la grave enfermedad que padece su economía.
A esto último debemos prestarle mucha atención los dominicanos. Decía Juan Bosch en la segunda mitad del pasado siglo, lo siguiente que aún mantiene vigencia: “Cuando la economía norteamericana tiene gripe en la nuestra se percibe como una pulmonía”.
En la tierra azteca suelen decir: “Si Estados Unidos tiene catarro México pulmonía”. El actual inquilino de la Casa Blanca ha centrado sus máximos esfuerzos y atención a tres ejes fundamentales: salud, economía y medio ambiente. No significa ello que desatienda otras áreas vitales para el desenvolvimiento de la vida del pueblo norteamericano, hablamos de priorizar las necesidades.
Si no se contiene y se mitiga la expansión de la pandemia entonces el costo en vidas humanas, sufrimientos y pérdidas económicas resultarán catastróficos. Ello debe ser acompañado por supremos esfuerzos para restaurar la producción y crecimiento de su economía.
El calentamiento global está generando fenómenos atmosféricos y ecológicos graves para la vida planetaria, por lo que se hace necesario retomar los Acuerdos de París si es que pretendemos seguir existiendo como especie en la tierra.
Las potencias mundiales deben retomar el diálogo civilizado y constructor de la paz y de la armonía para juntos enfrentar la covid-19. Contener la enfermedad con medidas sanitarias conocidas, seguida de una sólida y efectiva campaña de vacunación universal son tareas conjuntas urgentes.
Luchemos todos contra la pandemia; ello nos ayudará a volver a normalizar la producción de alimentos, vestimenta, alojamiento, educación y las demás comodidades necesarias.
Una economía norteamericana con pulmonía, ¿Qué representaría para República Dominicana?