Sin prevención y sin protección a la mujer

Sin prevención y sin protección a la mujer

José Miguel Gómez

Feminicidios son expresión de la cultura de violencia contra la mujer

La violencia machista no para. Cada mes, cada semana, cada día, varias familias y mujeres padecen de maltratos físicos, emocionales, psicológicos y sexuales. Sin embargo, los feminicidios también, se reproducen, como expresión de esa violencia machista, quitándoles la vida a cientos de mujeres cada año; dejando huérfanos a niños y adolescentes.

Los feminicidios son una expresión de una cultura de violencia contra la mujer de parte de hombres que, aun en siglo XXI perciben a las mujeres como parte de su propiedad, de su pertenencia, o de un objeto o artículo de consumo sexual, del que “dispone como quiera, donde quiera y cuando quiera”.

El desmonte de ese sistema de creencia ha sido dificultoso y hasta imposible, dada la pobreza educacional, social y espiritual del hombre que se ha quedado en el reduccionismo de la fuerza, el poder, el control o acoso para perpetrarse en las relaciones de pareja.

La influencia de esa cultura patriarcal, machista, desigual y excluyente de la mujer como ser social, como persona con derechos civiles, laborales, jurídicos, muchos hombres violentos y de relaciones amo-esclavo contra las mujeres, desconocen esos derechos.

En las últimas semanas dos feminicidios dejaron seis muertos y cuatro niños huérfanos. Cada gobierno anuncia un plan, y cada ministerio crea algunas políticas para prevención de la violencia machista, pero los resultados son ineficientes e ineficaces, debido a que continúan la violencia, los abusos, maltratos y la cultura de desafecto y de desconsideración hacia la mujer, adolescentes y niñas.

Las campañas contra la violencia machista estimularon a las víctimas a poner la querella, acudir a la policía, ministerio público y buscar la Protección del Estado. Dos mujeres víctimas habían puesto la querella y habían solicitado la protección de sus verdugos que la habían amenazado de muerte; de nuevo, volvió el sistema a fallar.

El victimario y agresor lo trataron de conciliación, pero como todo monstruo, continuó con sus pensamientos rumiantes y distorsionado “mía o de nadie” “si me deja la mato”.


El macho violento, vive con un ego inseguro, su línea de existencia se tambalea entre el desapego, la crisis de los vínculos; el desafecto y el pobre sentido de pertenencia en el que vive. Los celos enfermizos, la angustia de separidad no resulta, el asumir el control y la posesión de lo que se siente dueño; más la cultura machista, la pobre educación y el pobre acceso al desarrollo social, son los que empujan a sus cambios emocionales, su frustración, fracaso, y sus respuestas inadaptadas.

El Estado falla, cuando el Ministerio Público, la Procuraduría no cuentan de forma rápida, con equipo de salud mental: psiquiatra, psicólogo, trabajadora social para establecer de forma urgente la evaluación psiquiátrica, que establezca psicopatología, personalidad, indicadores de alta peligrosidad del hombre agresor.

Por muchos años he propuesto las unidades de psiquiatría forense que, tan pronto se ponga la querella, la mujer pase a las casas de acogida y el hombre detenido a la evaluación para establecer su condición de salud mental y trastorno de la personalidad.

De no establecerse los indicadores de riesgo, la vulnerabilidad y de potencialidad al feminicidio, violencia, abusos sexuales, a la pareja y a la familia, miles de mujeres seguirán en riesgo frente a sus maridos agresores, o ex parejas que le vulneran sus derechos como persona.

La prevención es fundamental en esta etapa, establecer el diagnóstico precoz, determinar los tratamientos médicos y psicológicos de los hombres violentos. Literalmente, nunca he comprendido la dejadez, la falta de recursos, la falta de compromiso social activo y preventivo de protección a las familias, a las parejas y a las niñas y adolescentes.

Así continua el matrimonio infantil, esperando por un congreso y un estado que se active y sea eficiente y eficaz para resolver y prevenir los derechos de los más vulnerables: mujeres y niñas, frente a la violencia machista.

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