El capitalismo como sistema tiene vida propia. Desde el pasado siglo XX, se adueñó de la salud y la enfermedad, transformándolas en objetos rentables de riqueza. El complejo farmacológico mundial, con 1,265 billones de dólares de ingresos anuales, impone que dependamos de una píldora sintética, sustancia química o vacuna biogenética, antes que cambiar como se debe, el caótico modo de vivir.
Los sectores donde la economía de mercado impuso sus reglas fueron salud y seguridad social. En un mundo donde la salud, como escenario, medio y fin del desarrollo está en crisis, se impone organizar en sinergia la planificación estratégica.
Es decir, aportar carácter estructurante a las categorías ineludibles para planificar una solución efectiva y duradera, que coloque el sector en un punto de no retorno al caos.
República Dominicana acumula más de 63,600 fallecidos anuales, donde se malgastan en medicamentos y servicios excluyentes 221, 525 millones de pesos por año. Más del 50% de este gasto lo ponen de sus bolsillos los pobres y la clase media.
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En Iberoamérica se registran experiencias transformadoras de planificación sectorial. Algunas sirvieron de base para la formulación de la Estrategia de Desarrollo 2030 (Ley 1-12). Mandato que implantó cuatro ejes rectores de los pilares del plan de salud. Las revisamos y concluimos que solo una estrategia integral, superará las deficiencias sobre las cuales esta nación, no logra avanzar al ritmo que puede.
En este contexto, el Ministerio de Salud relanzó la planificación estratégica. Logró que el Consejo Nacional de Salud aprobara trabajar cuatro pilares. Inclusión y red resolutiva de servicios. Gobernabilidad y rectoría. Economía y financiamiento y las agresiones al ambiente, como causa y efecto de daño humano y territorial.
Estos pilares suponen que lograr inclusión social impone una red resolutiva de servicios basada en derechos. Que resulta de una buena gobernabilidad y rectoría, que compacte decenas de organismos y leyes con funciones sobrepuestas. Un proceso que reciba insumos resultantes del incremento racional de la inversión pública, siendo salud un bienestar colectivo que apoyará la eficiente gestión de riesgos asociados al ambiente.
La sinergia de los cuatro pilares del plan de salud asegurará una solución estructurante. Aportará un diagnóstico participativo condensado, que permita definir una visión común, cuatro estrategias de impacto, al menos 25 proyectos concurrentes y 250 productos sociales que debiéramos impulsar entre todas y todos.
Cuando se decidió colocar gobernabilidad, inclusión, economía, ambiente y crisis climática en el tablero, se aceptó una manera de resolver el caos sistémico del sector salud. En especial, proyectar a cargo de tres gobiernos sucesivos al año 2030, soluciones definitivas y de impacto.