Síntomas de las organizaciones enfermas

Síntomas de las organizaciones enfermas

J. LUIS ROJAS.

Las organizaciones, sin importar su naturaleza y tamaño, al igual que las personas poseen su propia identidad, la cual se sustenta en determinados valores, principios y creencias. De manera directa, estos atributos intangibles inciden en la forma de pensar, de decidir, de actuar, de relacionarse y de comunicarse de las empresas, instituciones y marcas. Es decir, las organizaciones desarrollan una personalidad, la que siempre llevaran consigo en todo momento, lugar y circunstancia.

El ciclo de vida de las organizaciones es parecido al proceso biológico de los seres vivos. Éstos nacen, crecen, se reproduce y mueren. En cambio, las organizaciones, como sistemas sociales complejos, abiertos, que intercambian continuamente energía, materia e información con el medio exterior, transitan un proceso normal que incluye varias fases. Por ejemplo: introducción, crecimiento, madurez, declive, saturación y decadencia o muerte. La calidad humana de los que dirigen el presente y futuro de las organizaciones es, sin duda, una de las causas que más incide en su estado de salud.   

Las organizaciones necesitan desarrollar mecanismos confiables, para detectar con anticipación la presencia de cualquier tipo de enfermedad, que ponga en riesgo su sostenibilidad y sustentabilidad. Sin lugar a duda, las empresas e instituciones gestionadas por líderes transformacionales, siempre gozarán de un mejor estado de salud. La principal causa por la que se enferman y mueren las organizaciones, proviene de la calidad humana y profesional de su personal directivo, ejecutivo y gerencial.

Son muchos y variados los síntomas que exhiben las organizaciones enfermas: se reduce la productividad, se incrementa la insatisfacción entre los colaboradores internos, la desmotivación, el desinterés, el individualismo y el sálvese quien pueda infectan a todos los subsistemas del sistema organizacional. Las organizaciones se enferman y mueren cada vez que sus directivos, ejecutivos y gerentes incurren en malas prácticas gerenciales.

Un síntoma importante de una organización enferma, es cuando su personal directivo y ejecutivo incurre en acciones que agreden la dignidad, el estado de ánimo, la capacidad creativa e innovadora de sus colaboradores, con el propósito deliberado de asegurar sus respectivas cuotas de poder, así como mantener vigente el irritante e inmerecido paquete de beneficios asignados a las posiciones que sustentan.

El silencio organizacional, es otro de los síntomas de las organizaciones enfermas, ya que censurar y marginar a los colaboradores internos que tienen la iniciativa y la valentía para expresar libremente sus ideas, opiniones y puntos de vista en torno a temas, situaciones y asuntos de interés institucional, es matar la capacidad creativa e innovadora de las empresas e instituciones. Son muchas las organizaciones que padecen algún tipo de cáncer terminal y no les interesa saberlo.

Otros síntomas de las organizaciones enfermas, son los siguientes: gestionar el talento humano desde la lógica de manada, importantizar más lo mediático que lo estratégico, practicar la jerarquía tóxica, desatender el relevo generacional, fomentar el individualismo, llevar las discusiones laborales al plano personal, no hacer nada para mejorar la comunicación interna, ver la organización como un archipiélago, así como no aprovechar los talentos y experiencias de los colaboradores con pensamiento crítico e innovador, solo porque piensan y actúan diferente al promedio.

Las organizaciones saludables fomentan entre sus colaboradores internos, la inclusión, la justicia, la participación, la creatividad, innovación, la transparencia, el trabajo colaborativo, el respeto a la dignidad humana, aprenden de los errores, valoran y reconocen los aportes significativos de su personal pensionado. En las organizaciones enfermas, los climas laborales se transforman en cementerios de personas vivas y en cárceles donde se encierran la creatividad, la innovación y la capacidad crítica.

Es casi imposible pretender que una organización dirigida por directivos, ejecutivos y gerentes con escasos niveles de inteligencia emocional, espiritual, social y cognitiva, pueda tener buena salud. Hasta cierto punto, la salud de las organizaciones depende de la calidad humana de quienes tienen la responsabilidad de gestionarlas. Entiéndase, si el yo interior del que dirige padece trastornos severos de la personalidad, todo cuanto exista a su alrededor corre el riego de enfermarse y hasta de morir.

En pocas palabras, una organización está enferma cuando no es capaz de poner en práctica lo que dice ser que es. Es decir, los contenidos que sustentan su relato público, no se pueden verificar. Para evitar que las organizaciones se enfermen y mueran, es imprescindible que sus directivos, ejecutivos, gerentes y su persona de apoyo, estén saludables por dentro y por fuera.   

Ojalá que los que inciden en la toma de decisiones estratégicas de las organizaciones, sin importar la naturaleza y tamaño de éstas, se detuvieran a analizar y a poner en práctica lo que en algún momento pensó y expresó el científico físico alemán de origen judío, Albert Einstein, “Los grandes espíritus siempre han encontrado violenta oposición de parte de las mentes mediocres. La mente mediocre es incapaz de entender al hombre que se niega a inclinarse ante los prejuicios convencionales y en cambio elige expresar sus opiniones con coraje y honestamente”

¿Cuántas empresas del sector privado e instituciones del Estado dominicano padecen algún tipo de enfermedad? ¿Cuál es el estado de la salud mental y emocional de los directivos, ejecutivos y gerentes que inciden en la toma de decisiones estratégicas de las organizaciones públicas y privadas de República Dominicana? Por ejemplo, ¿De qué están hechos los que de manera deliberada enferman y matan las organizaciones?

En República Dominicana, son muchas las organizaciones públicas y privadas que hace mucho tiempo que vienen manifestando diferentes síntomas de enfermedades graves. Por ejemplo, las mal llamadas AFP y ARS, así como el CNSS, la SIPEN y la DIDA, entre otras tantas.