Sobre la comunidad dominicana en Puerto Rico (I)

Sobre la comunidad dominicana en Puerto Rico (I)

Dominicanos en PR

  1. Especificidad en PR

La comunidad dominicana en Puerto Rico no es homogénea, nunca lo ha sido. Por circunstancias históricas, culturales y lingüísticas esa colectividad tiene un perfil diferente al que exhibe y caracteriza a la que vive en New York u otros estados de los EE, UU., incluso Europa y otras zonas del mundo.
Por similitudes culturales, el dominicano tiende a integrarse a la sociedad puertorriqueña. Puede, incluso, llegar a convertirse en un doble. Muchos y muchas ya lo son. Aunque no hay cifras precisas sobre un grupo tan heterogéneo, entre los que residen bajo estatus migratorios regulares (legales) e irregulares (ilegales) se especula que no debe sobrepasar las 130 mil personas provenientes de RD que viven en Puerto Rico.

  1. Hibridez parental

Además del reto que supone abordar conjeturas sobre el número de descendientes de individuos nacidos en PR (ya de madres o padres dominicanos emparejados con puertorriqueños o puertorriqueñas o de parejas dominicanas) representan otros desafíos de peso para las investigaciones de los fenómenos migratorios inclinadas a registrar estadísticamente marcas identitarias nacionales en tiempos en donde prima la hibridez y el mestizaje cultural y étnico que ciertos hilos de los que tejen los llamados estudios culturales apellidan como transnacionalidad.

2. Ocultaciones y simulaciones

Establecer aproximaciones confiables del perfil de los descendientes de esos migrantes resulta más complejo aún, debido a la integración natural (muchas veces con ciertos recelos) de las proles de los migrantes al país receptor.

El escenario se torna más complicado aún por las tácticas y estrategias de sobrevivencias (ocultaciones y simulaciones) que aprenden los hijos de los migrantes trabajadores para protegerse del discrimen (tangible e intangible) por causa de los orígenes nacionales de sus progenitores. Ya en PR se han puesto de relieve innumerables casos de “bullying” a niños de descendencia dominicana en las escuelas públicas que han sido denunciados públicamente.

3. Domínicos-boricuas

La tesis doctoral inédita “Tres miradas y una voz: estudiantes domínicos-boricuas en escuelas públicas de Río Piedras” (2009), de la Dra. Ivette María Torres Roig, puso en traza crítica e histórica la génesis y desarrollo de un fenómeno que empezó a manifestarse de manera más palmaria hace ya varias décadas en esta otra isla, razón por la cual la autora proponía medidas correctivas y cómo desde el Departamento de Educación de Puerto Rico era cada vez más necesario y apremiante hacer revisiones y actualizaciones curriculares para hacerlo más multicultural y desde estrategias educativas atajar las tendencias discriminatorias ya afloradas e identificadas hacia los niños de descendencia dominicana.

4. Genealogías desacreditadas

Herencia del colonialismo es sabido que unas genealogías de orígenes y extranjerías tienen más prestigio que otras. Un ejemplo: no es análogo ser descendiente de italianos, alemanes e incluso norteamericano, etcétera., en PR, que serlo de dominicanos o dominicanas.

El fenómeno se repite en RD alrededor del haitiano: socialmente no se le tiene la misma estima-afecto a un dominicano de origen haitiano que a otro cuyos ancestros sean ingleses, franceses o italianos, ello por solo mencionar algunos países culturalmente hegemónicos del continente europeo. Las procedencias de países centrales y colonialistas gozan de más crédito y aceptaciones que las de países subalternos y más pobres económicamente: a la gente no le gusta ser pobre o descender de ellos a menos que sea por travestismo populista y oportunista. De ahí que algunos sotierren y disimulen sus orígenes de clase una vez escalan ciertas posiciones y prestigios sociales, ya en lo económico, profesional o en el campo intelectual.

El marginado tiende a rechazar a su congéneres. Los linajes todavía pesan en las ordenaciones y representaciones sociales. Los abolengos nunca han sido desechables para acercarse al análisis de lo social, las migraciones, la convivencia y la potencial integración de los migrantes (o sus proles) a los países receptores. La discriminación y el prejuicio poseen muchos rostros, unos visibles y otros invisibles.

La clase social, ciertas manifestaciones del nacionalismo esencialista celoso-áspero y los xenófobos son expertos en desenterrar y oxigenar diferencias y establecer marcas identitarias que demonicen y excluyan a otros que no pertenecen a sus tribus. El sujeto exógeno todavía despierta suspicacia, aún la cercanía geográfica y cultural que pueda existir.

5. Viajes bilaterales y circulares

Aunque poco estudiado y menos aún conocido y divulgado, incluso al interior de la academia vinculada a los saberes humanísticos y sociales, que también se extiende a un sector significativo de la intelectualidad independiente, es sabido que los vínculos histórico-políticos y étnico-raciales y culturales entre Puerto Rico y República Dominicana se remontan a los primeros vagidos de los pobladores indígenas originarios.
Esos empalmes remotos se extienden hasta el siglo XIX y tienen continuidades abiertas hasta las primeras décadas del siglo XX cuando todavía los membretes y las construcciones identitarias caribeñas e isleñas no estaban lo suficientemente perfiladas como se plasmarían a partir de la ocupación norteamericana de 1898 a PR y que, entre otras secuelas, restringió la circulación humana entre las islas con nuevas regulaciones de los movimientos poblacionales isleños que fueron modulados a las nuevas reglas y leyes migratorias vigentes en el continente norteamericano por su cercanía fronteriza con México.

En su ensayo “Puerto Rico y el Caribe, historia de una marginalidad” (1989), el escritor Edgardo Rodríguez Juliá plantea, entre otras observaciones, cómo Puerto Rico se encaminó hacia otras rutas de desarrollo que lo desviaron del ritmo paralelo del tinglado de las otras islas de Las Antillas que, hipotéticamente habría seguido Puerto Rico. El ingreso y acceso a los estilos de vida norteamericano, incluyendo nuevos patrones de consumo, propiciaron la formación y el advenimiento de otro perfil del sujeto puertorriqueño que derivó en una suerte de discontinuidad, de memoria colectiva rota que lo desincronizaría y distanciaría de sus fraternos fundacionales isleños premodernos, entre ellos la RD. La fundación del Estado Libre Asociado (ELA), en 1952, sería paradigma clave para entender el vuelco que daría PR en cuanto al salto de una sociedad premoderna a moderna.

6. Aquellas goletas atestadas de isleños

Por testimonios directos y heredados sabemos que antaño, los flujos y desplazamientos poblacionales interisleños bilaterales, con pocas regulaciones, se efectuaban a través de goletas que cruzaban (a manera de puentes portátiles) de una isla a otra como medio de transporte regular. Con la llegada de las líneas aéreas modernas se crearon nuevas reglas y restricciones más rígidas de estos movimientos de gentes entre sus aguas marítimas. Todavía, incluso, hasta finales de los años treinta y principio de los años 40 del siglo XX ese era el medio de transporte habitual entre PR y RD. La historia de los viajes y los medios de transporte colectivos entre las islas caribeñas (incluyendo las anglófonas y francófonas, etcétera) es uno de los capítulos pendientes de la investigación histórica sobre los asentamientos étnicos y culturales de las conexiones, relaciones y convivencias isleñas de este lado del Atlántico. Las voces dispersas de los descendientes de aquellos puertorriqueños y puertorriqueñas que migraron desde PR a RD desde mediados del siglo XIX, y luego del levantamiento de Lares en 1868, es también tarea pendiente de la historia oral y documental de los pequeños pueblos.

En el libro “Hombres y mujeres notables y benefactores de Samaná (1493- 1910)”, de Gregorio Elías Penso (2003), donde se hace mención de los puertorriqueños Amelia Ramírez Serrano y Manuel Virgilio Ramírez Serrano, destacados funcionarios públicos puertorriqueños que migraron desde PR a RD y echaron raíces en la célebre Bahía de Samaná. Otro libro que recupera las huellas pretéritas de puertorriqueños y puertorriqueñas en tierra dominicana es “Los Gómez Alfonso, una familia dominicana con ascendencia puertorriqueña y cubana”, de Félix Disla Gómez (2011). (Continuará).
(Estas notas forman parte de un ensayo más extenso).

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