¿Podría ser considerado como “rutinario” desvincular a miles de personas en 1 solo mes? En menos de 10 días el Ministerio de Educación ha despedido cientos de empleados administrativos y profesores contratados, es decir, servidores públicos que no corresponden a la carrera administrativa o docente.
Justamente hoy viernes que concluyen las clases, quería dedicarlo a hacer una invitación para que, en estos días de navidad, al interior de cada hogar dominicano y como un ejercicio compartido de educación en valores dediquemos tiempo para compartir con nuestras familias, enseñar a los niños y las niñas el valor de la solidaridad, compartiendo algún juguete, algún obsequio, algo que sea importante para nosotros, desprendernos de algo con amor para los demás y que no se interrumpa esta buenaventura de la época navideña a pesar de las dolorosas circunstancias de salud que vive el mundo.
Pero ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo apostar a educar en valores desde nuestros hogares, cuando nuestras autoridades con el proceso de desvinculación que se esta llevando a cabo, nos enseñan un comportamiento totalmente opuestos?
Si bien las transformaciones más tangibles en la educación de toda Latinoamérica se dieron a finales del siglo XX con las llamadas “reformas educativas”, estos cambios que van desde el contenido a los enfoques, la relación educación/trabajo, la equidad, sistemas de evaluación, la gobernanza, el financiamiento y no menor, la capacidad de los docentes. Esta tarea que desde finales de los 90´s está en franco progreso, aún se encuentra inconclusa.
Apostar por la modernidad en la gestión del sistema y la calidad de la educación son las piedras angulares de esas grandes reformas y hoy, la gente que la hizo y hace posible está siendo despedida.
¿Que es la institucionalidad?
De acuerdo con Correa 1999, la institucionalidad se describe como el conjunto de creencias, ideas, valores, principios, representaciones colectivas, estructuras y relaciones que condicionan las conductas de los integrantes de una sociedad, caracterizándola y estructurándola. De acuerdo con la Unesco, las políticas públicas en educación están llamadas a construir sistemas educativos sostenibles y capaces de alcanzar y contribuir eficazmente al aprendizaje a lo largo de la vida.
La solidaridad es un valor que se define como: la colaboración mutua entre personas o el sentimiento que mantiene a las personas unidas en todo momento, sobre todo cuando se vivencian experiencias difíciles.
Si enlazamos estos 3 conceptos con lo que estamos haciendo en el ejercicio de la implementación de una política pública en materia educativa y añadimos el ingrediente de “un nuevo partido político en el gobierno” el resultado es una verdadera contracción, pues sin duda no es el modelo
educativo estamos llamados a promover y con este accionar enviamos una pésima señal a la comunidad. La brecha que hay entre el discurso y lo que debemos inculcar en los niños y niñas se desdice en la práctica, con un ejercicio de poder y con una forma de implementar las políticas públicas desde el gobierno a través del equipo ejecutivo del Ministerio de Educación.
Desde el estamento más alto del sistema deberíamos modelar los valores positivos que queremos para nuestros niños y niñas, quienes en un futuro cercano serán los adultos y ciudadanos que muestren a las próximas generaciones la importancia un ambiente de cordialidad y de la horizontalidad, y si bien, se puede entender que todos los ministerios están haciendo una revisión de sus nóminas, así mismo, es incomprensible que estemos desvinculando personas que están trabajando al interior de las escuelas, cuyo único pecado ha sido ser nombrado por el partido contrario o por no pertenecer a la carrera administrativa o carrera docente al interior del ministerio.
Entre estas personas, tenemos mujeres de esfuerzo, con nombres, con historias increíbles, que padecen situaciones y a las que se les suman serias limitaciones económicas, propias de un país pobre, otras embarazadas o con alguna situación de salud crítica y más triste aún, muchas de ellas están en nuestros hospitales. Ellas hoy se encuentran con la noticia de que ya no cuentan con quizás es único medio de subsistir que tenían.
“Nunca me preocupo por la acción, sino por la inacción”, decía Winston Churchill. Hacernos cargo ahora y revertir esta situación es lo que como sociedad le debemos a la historia.