En Francia, desde los acontecimientos terroristas al periódico Charlie Hebdo, el año pasado 2014, miden cuidadosamente su civismo, sus políticas exteriores, diplomacia, frente al espectro y la amenaza que conlleva estas terribles acciones. Después del pánico, del acontecimiento en sí, y del levantamiento y repudio a estos criminales, miles de personas se identificaron con el Pacto Republicano, acudiendo todos los hombres y mujeres que defienden los valores democráticos y la laicidad. Se manifestaron en la Place de la République de París, más de dos millones de personas, así como la mayoría de los jefes de Estado europeos, quienes con su presencia dieron la señal y la alarma de que el problema es “de todos”, y que la movilización debe unirnos a todos.
Hace apenas un mes la Editorial Anagrama nos trajo traducida al castellano la novela “Sumisión”, cuyo autor es el afamado escritor francés Michel Houellebecq, conocido en todo el mundo y aquí en República Dominicana, ya ha sido recibida y analizada por grupos interesados en la lectura, la excepcional obra que marca hitos por la temática que traba dicha obra, en la que la política y el arte coinciden, a través de esa visión “houellebecquiana” donde se mezclan la fábula, la denuncia de una época apática e indiferente, muy oportunista, nada que no conozcamos ni que no se practique en este siglo.
La literatura también marca una presencia significativa inesperada con la novela de Michel Houellebecq, que salió en librería dos días antes del atentado a Charlie Hebdo. En esta narrativa, se deslizan los problemas del año 2022. Las elecciones celebradas ese mismo año le da la victoria, en segunda vuelta, al Partido de la Hermandad Musulmana, dirigido por un político astuto y carismático, Mohammed Ben Abbes (líder de una nueva formación islamista moderada). Este se sitúa en segundo lugar y finalmente evita la victoria del Frente Nacional, dirigido por Marine Le Pen, para lograr ganar la elección y formar gobierno, aliado a los socialistas.
La novela, indiscutiblemente surge como una provocación cínica y ácida, pero este escritor intelectual, consciente del contexto político debilitado desde hace más de 20 años, está lejos de ser “un iluminado inconsciente” como quieren vestirlo sectores políticos que se saben abiertamente señalados en dicha novela. La hipótesis de compartir el poder con una hermandad musulmana resulta un dolor de cabeza para la derecha democrática y para la clase media. Es por el lado blando, conciliador, que penetra Ben Abbes, y tiene una respuesta a la descomposición de Europa en sus valores, pues ofrece una nueva sociedad manejada por el patriarcado, instituye la poligamia para los hombres, y exige que todos los docentes se conviertan al Islam. Todo esto supone un escalofrío y atiza el miedo en todas las generaciones que heredaron del pensamiento de izquierda post Mayo de 68.
El personaje autor François es agnóstico y vive el mundo con una dinámica de rutina y de frustración moviéndose en el día a día con una ida y vuelta automática de la casa a la universidad, donde es catedrático. Este aburrido profesor observa como la rápida transformación que sucede a la llegada del nuevo presidente al Elíseo altera la cotidiana vida francesa. El panorama de país exhibe un cambio que ha permitido que los judíos emigren a Israel, las mujeres de faldones largos han cambiado su indumentaria por pantalones y blusas, y…la Sorbona es ahora una universidad islámica con gran felicidad por parte de los profesores conversos que han recibido aumento en sus salarios y…tienen derecho a la poligamia.
En los tres primeros capítulos, tenemos una ambientación del profesor universitario de los 80, jefe de cátedra, seducido a un estrecho mundo escolástico, entregado a la investigación y la enseñanza. Sus momentos de exaltación los vive con Myriam, alumna joven judía de 22 años, con quien lleva una relación de pura técnica y placer sexual entre dos clases y el calentamiento de comida rápida o recibida por “delivery” en su microondas.
La cotidianidad descrita por Houellebecq es decadente, salvo los momentos extraordinarios destacando la belleza, en ese París que él ama, que es el París arquitectónico de finales del siglo XIX, justamente un París de “la Belle Époque” y del “Art Déco”. Es el París de ese siglo del naturalismo, invocado maravillosamente en el personaje de Huysmans, su maestro, su guía literario y filosófico, la mayor entrega intelectual de su vida, autor venerado por Houellebecq, al igual que su personaje François, quien como el escritor es un erudito, un investigador, un íntimo conocedor del pensamiento y de la espiritualidad de Huysmans, el escritor del siglo XIX, por cierto, convertido al final de su vida a la vida mística católica, consagrando a esta religión su tesis.
La provocación en el caso de Houellebecq, como la hipótesis expresada como dije antes al modo condicional gramatical, nos alerta del peligro intelectual que poco a poco se va sometiendo a la indiferencia, a la pérdida lenta y paulatina de tantos siglos de lucha y contradicciones que han permitido construirse en Europa. No pensamos que haya un peligro más allá de la hipótesis, pero si creemos que la misma es creada por el gran intelectual Michel Houellebecq, puede multiplicar indignaciones y estremecimientos que nos lleven a pensar sobre los riesgos de la “sumisión” en su axioma más amplio. Permitir que la mujer acepte la poligamia al hombre a través de su religión, pero, también la sumisión religiosa al Dios del hombre es un peligro. El personaje fascinante del rector Rediger, así como François el protagonista señalan con responsabilidad los peligros de la fascinación por la transformación de Europa frente a una moderación de Ben Abbes que ofrece de cierto modo, un retorno al Imperio Romano.
Paradójicamente, “Sumisión” llegó a las librerías francesas el mismo día del trágico atentando contra Charlie Hebdo, y de un autor como Houellebecq, acusado de islamofobia y de dar alas a la extrema derecha, pero quien supo defenderse afirmando lo siguiente: “No tomo partido, no defiendo ningún régimen. Deniego toda responsabilidad, provocación, porque no digo cosas que considero falsas solo para poner nerviosos a los demás”. A lo que muchos críticos agregaron que más allá de la polémica, “Sumisión” es una novela de política-ficción”, como 1984 y Un mundo feliz. Una turbadora fábula política y moral, en que coexisten intuiciones poéticas, efectos cómicos y una melancolía fatalista.
Michel Houellebecq tiene la responsabilidad de manejarse con cinismo y con ironía y humor, y provoca, ciertamente una eventualidad que todos y todas, hombres y mujeres forjados en los valores de la democracia y de la laicidad debemos tomar en cuenta. Esta hipótesis debe servir para que la ciudadanía se mantenga en atención y movilizada, para salir de la inercia que desde hace más de 20 años vienen practicando la izquierda, la socialdemocracia y la derecha liberal.
Concluyo señalando que estamos ante una novela imprescindible y actual, en la que el realismo y la ficción se abrazan en campanadas de alertas!