Lo de Erre Way estuvo en vía contraria

Una abuela preocupada me llamó para contarme la pesadilla que fue para ella y para la mayoría de las madres y padres llevar a sus hijas, hijos y nietos y nietas al concierto de la agrupación argentina Erre Way el fin de semana pasado en medio de la tormenta Odette.

Muchos han hablado de la imprudencia que significó salir de sus casas en medio de una alerta roja para un concierto, pero probablemente esos no saben lo que es tener adolescentes en sus casas con un desesperado deseo de ver a sus artistas favoritos después de los padres haber pagado entre 1,800 pesos y 3,600 pesos y más dependiendo de la cantidad .

Lo peor no fue eso, sino que al llegar al Jaragua, los padres y las madres no se atrevieron a dejar sus vástagos solos ya que a pesar de la anunciada lluvia, rayos y vientos, la administración del hotel se reservó el derecho de admisión “nos tuvimos que quedar afuera expuestos a una neumonía”.

Me dijo que fue cierto que pusieron una carpa afuera para que la gente se guareciera en lo que ellos se decidían a abrir las puertas “estuvimos desde las cuatro de la tarde hasta las 8 de la noche”.

“Todo lo que te pueda decir es poco”, me dice la doña que prefiere que guarde su identidad y que ha sido asidua visitante del Teatro Nacional y que no se explica como alguien paga “una entrada tan cara”, para recibir tal trato.

Enumera ella que después de la algarabía que significó ingresar al teatro y luego de las discusiones entre adolescentes y policías y una seguridad que no estaba en capacidad de manejar “esa multitud”, se encontraron con que no había asientos asignados.

“Las niñas estaban llorando porque nunca pudieron ver a Erre Way ni de lejos, lo tuvieron que ver en una pantalla. Eso estaba bien para Teleantillas que era gratis y abierta al público, pero no para alguien que hubiera pagado ese dinero”, se quejó.

Calificó como una desconsideración el hecho de que los productores del espectáculo hayan abierto una segunda presentación de los artistas después de haber vendido la primera, ya que “los que compraron las primeras boletas tuvieron que esperar afuera hasta que se acabara el primer show”.

En fin, que aunque el concierto de los muchachos fue bueno y les gustó a todas las generaciones que lo escucharon –porque no todos lo vieron la mayoría supone que no tenían que sufrir tanto para intentar disfrutar, “la parte más difícil del ciclón la pasamos afuera”.

O sea que el evento no transcurrió como un cuento de hadas…