Por George Latour Heinsen
En música, el silencio es tan poderoso como la nota sonada, en el sumi-e (técnica artística monocromática que se basa en el uso de la tinta china como elemento principal) el vacío es tan evocador como la pincelada de tinta negra. El vacío, en la cultura japonesa, es un elemento fundamental de la filosofía Zen, elementos de este pensamiento han sido aplicados en el arte del combate con la espada, pensemos en la psicología del “mushin”, el estado de una persona cuando su mente abandona todos los pensamientos y juicios durante la pelea, o en la vida cotidiana, quedando libre para actuar y reaccionar, sin vacilación hacia un oponente. Este vacío no es la simple carencia de algo, sino que es el resultado del entrenamiento y la disciplina es el resultado de estudio y la dedicación. Este es el concepto que caracteriza las obras de Tadao Ando, arquitecto contemporáneo conocido en todo el mundo.
La arquitectura de Tadao Ando (Osaka, Japón 13 septiembre de 1941), se basa en elementos sencillos realizados en hormigón a vista, expresión de ese minimalismo típico del arte japonés, que es la característica principal del gran arquitecto, fuertemente influenciado por el modernismo de Le Corbusier, la armonía con el entorno natural y las profundas raíces de la espiritualidad de los espacios de la arquitectura tradicional japonesa.
La sencillez y el minimalismo de Ando no son simples operaciones de anulación de excesos, sino que reflejan aquellas características que hacen sumamente disfrutables las obras de arte a través de sensaciones que no se expresan directamente sino a través de emociones suscitadas por silencios, vacíos, pausas etc., transmitidas por las imágenes simples y sencillas, favorecidas por la geometría pura de los espacios.
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Los estudios de Ando relacionados con la tradición japonesa combinados con su vocación innovadora le han llevado a repensar técnicas clásicas y soluciones revisitadas según su manera personal de entender la arquitectura. Esto confiere a sus obras un carácter casi “artesanal” en la definición de los detalles.
Sencillez, rigor, sentimiento interior, todas características derivadas de la filosofía zen, se muestran como signo distintivo en las obras del arquitecto japonés, quien sostiene siempre la asociación entre naturaleza y arquitectura y la necesidad que las personas experimenten esas sensaciones en sus obras. La arquitectura para Ando debe enriquecer la naturaleza que está a su alrededor.
Desde sus primeras obras, el autodidacta Ando fue marcando su impronta mediante el uso de muros de hormigón armado a vista. Se inspiró en la arquitectura occidental moderna, en particular en Le Corbusier y Louis Kahn y la adaptó a la cultura arquitectónica japonesa. De esta manera creó edificios con formas masivas, pero a su vez minimalistas, esta simplicidad se refleja en los espacios interiores donde la arquitectura mantiene el contacto con los elementos naturales como la lluvia, la luz, el viento y el uso refinado de materiales pobres.
En 1923, Le Corbusier escribió una de las frases más citadas de la historia de la arquitectura en su ensayo “Hacia una nueva arquitectura”: “La arquitectura es el juego hábil, riguroso y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz”.
La arquitectura de Ando es quizás el ejemplo más logrado de esta frase de Le Corbusier. La innovación del maestro japonés es basada en una profunda investigación técnica que permite la construcción de grandes muros de hormigón absolutamente libres de imperfecciones y el uso de formas mínimas, geométricas y sin decoraciones innecesarias.
En 1990, Ando diseñó la famosa Iglesia de la Luz en Ibaraki (Osaka), insertando un vacío de forma cruciforme en el muro de hormigón detrás del altar, iluminando el interior con la luz natural que entra a través de la cruz. La iglesia tomó este nombre precisamente porque la única fuente de luz proviene de esa abertura en forma de cruz, por lo que cuando la luz incide en el exterior de la pared, se crea una cruz de luz en el interior.
El proyecto que catapultó a Ando hacia el más alto reconocimiento internacional fue el pabellón japonés construido para la Exposición de Sevilla en 1992, una obra maestra que se anunciaba como la construcción en madera más grande del mundo sin tornillos ni clavos, solo ensamblaje machihembrado siguiendo la tradición de los antiguos palacios de los shogunes nipones.
Posteriormente Ando recibió una serie de importantes proyectos fuera de Japón. Entre sus numerosas obras recordamos el espacio de mediación de la UNESCO (1996) en París, el Teatro Giorgio Armani en Milán (2001), la reestructuración del Palazzo Grassi (2006) y el Museo de la Punta della Dogana (2009) ambos en Venecia. En 2021, en París, la restauración del histórico edificio de La Bourse de Commerce.
En los Estados Unidos, Ando, diseñó la Ando Gallery del Art Institute of Chicago (1992), la Fundación Pulitzer en St. Louis Missouri (2001), el Museo de Arte Moderno en Fort Worth, Texas (2003), la Facultad de Arte y Arquitectura de la Universidad de Monterrey, México (2013), la ampliación del Clark Art Institute en Williamstown, Massachusetts (2014). En China Ando diseñó el Poly Grand Theatre (2014) y el He Art Museum (2020).
Ha sido “visiting professor” en las universidades de Yale, Columbia y Harvard, además de catedrático en la Universidad de Tokio en 1997.
Tadao Ando ha recibido numerosos premios internacionales: en 1985 la Asociación Finlandesa de Arquitectos le otorgó la Medalla Alvar Aalto, en 1989 la Academie Royaled’architecture, la Medalla de Oro, y en 1992 ganó el Premio de Arquitectura Carlsberg.
En 1995 ganó el Premio Pritzker y donó 100 mil dólares del premio a huérfanos de la ciudad japonesa de Kobe, que había sufrido un terrible terremoto el 17 de enero.
Recibió medallas de oro del Royal Institute of British Architects (1997) y del American Institute of Architects (2002).
En 1996 el premio Praemium TImperiale de arquitectura Comandante de las Ordenes de las Artes y las Letras y la Legión de Honor en Francia y Gran Oficial de la Orden de la Estrella de Italia en el año 2013