
El mercado de las tierras raras tiene al mundo de cabeza: todos quieren explotar los países que las tengan. Tienen 17 elementos.
Gustavo Morel
Especial para Hoy
Alguien se dio cuenta de que la presión del vapor de agua podía ser útil para producir fuerzas capaces de mover aparatos mecánicos sin sospechar que siglos más tarde dicha creación diera pie a una de las más fabulosas revoluciones creadas por los humanos.
Transcurrían los primeros años de la era cristiana y, Alejandría se constituía en la Meca de la sabiduría, pues hasta allí llegaban ingenieros, filósofos e inventores de todo tipo. Entre estos se encontraba Herón, el alejandrino, quien dio los primeros pasos para dar usos positivos a la fuera del vapor.
Si hacemos un estudio rápido a la historia del uso de vapor, encontramos una lista de precursores, entre los cuales figura el propio Herón apodado el Mago quien creó un dispositivo que permitía abrir la que se considera la primera puerta automática del mundo.
En esta lista de pioneros también aparecen Vitrubio, Gerolano Cardano, Jerónimo de Ayanz y Beaumont y Edward Somerset, quienes prepararían el terreno para que, entre los siglos XVII y XVIII, de mano de los ingleses Thomas Savery y James Watt, la fuerza del vapor produjera la Primera Revolución Industrial, misma que permitió a la humanidad dar un salto tan trascendente como la Revolución Neolítica, la invención de la rueda, la domesticación del fuego o la invención de la imprenta.
La llegada de las máquinas a vapor, protagonistas principales de la Primera Revolución Industrial, transformó la sociedad inglesa y norteamericana de forma radical, al pasar de una economía campesina, agraria y artesanal a una industrial y urbana.
Todo esto provocó grandes cambios sociales, medioambientales y culturales al extenderse rauda por todo el orbe.
Esa revolución, como todas las cosas, ha tenido una evolución constante desde aquel memorable siglo XVIII inglés. Conforme las máquinas fueron haciéndose más eficientes, con la aparición de los combustibles minerales y el empleo de técnicas y métodos altamente productivos, nos hicimos conscientes de que una nueva era industrial había llegado; la Segunda Revolución Industrial.
Esta segunda etapa de la Revolución Industrial (1870-1914) consistió en la sustitución de las fuentes de energía. Se abandona la fuerza hidráulica y es sustituida por los combustibles fósiles y la energía eléctrica.
Puedes leer: Tierras raras en República Dominicana: Ministro Paíno Henríquez revela nuevos datos
La producción y aleación de metales como el acero, aluminio, níquel, cobre, zinc, entre otros, permitieron el desarrollo de los medios de producción y transporte como ferrocarriles y sus vías, puentes, carreteras y la producción industrial en línea.
Tras la globalización
¡La globalización económica había llegado! Llegó con los motores de combustión interna, aviones, la radio, el teléfono, la bombilla, los automóviles, el concreto armado, los rascacielos y sus elevadores. Todos estos elementos económicos y tecnológicos prepararon el escenario para la irrupción de la Primera Guerra Mundial y con esta, el fin de la Segunda Revolución Industrial.
Al período comprendido entre 1914 a 1970 no se le da ningún título o nombre específico. Aunque hubo un aumento significativo en cuanto a los avances de la industria y la tecnología, no se le vincula con ninguna etapa de dicha revolución.
Para 1970 se produce el advenimiento de la Tercera Revolución Industrial. Tras la Segunda Guerra Mundial la humanidad presenció grandes y acelerados avances en la ciencia y la tecnología, especialmente la industria de la computación, energía nuclear, transporte, medicina, telefonía móvil, combustibles y, sobre todo, el acceso de las masas a todos estos adelantos.
En esta tercera fase, matizada en parte por la bipolaridad de la Guerra Fría, la industria de la computación, las alianzas estratégicas, la informática, automatización industrial, telecomunicaciones, nano y biotecnología, descuellan países como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón y, de forma indirecta: China, Israel, Corea de sur, España, entre otros.
Ahora bien, ¿a más de medio siglo, continuamos en este 2025 en la Tercera o estamos en la Cuarta fase? Si analizamos la envergadura de la Feria de Hannover, un evento celebrado en Alemania en 2011 con el nombre de Industria 4.0, sin duda esa fecha marcó el inicio de una nueva fase, pero no fue, sino en 2016 cuando Klaus Schwab acuñó el título de Cuarta Revolución Industrial.
En aquella memorable feria se presentaron una serie de innovaciones que han asombrado al mundo, entre ellas citamos: el internet de las cosas, computación en la nube, big data, robótica colaborativa, impresión 3D, inteligencia artificial, hiperconectividad y, por si fuera poco; la computación cuántica.
Pero, en medio de todo esto, aparece una situación incómoda para los países productores de estos adelantos y son los materiales con que son fabricados los nuevos equipos. Nos referimos a los elementos de Tierras Raras (unos 17 elementos de la tabla periódica), esenciales para la fabricación de imanes, baterías, microchips y componentes electrónicos para fabricar autos eléctricos, turbinas, paneles solares, equipos médicos y equipos para la navegación espacial.
De estos 17 elementos, 15 pertenecen al grupo de los lantánidos y los otros dos metales de transición: el escandio y el itrio. Los lantánidos son metales en forma de óxidos: lantano (La), cerio (Ce), praseodimio (Pr), neodimio (Nd), prometió (Pm), samario (Sm), europio (Eu), gadolinio (Gd), terbio (Tb), disprosio (Dy), holmio (Ho), erbio (Er), tulio (Tm), iterbio (Yb), lutecio (Lu), escandio (Sc) e itrio (Y).
Te recomendamos leer: Un impacto positivo y otro negativo de la explotación de tierras raras en República Dominicana, según experto
En la actualidad, China posee las mayores reservas y controla más del 70% del mercado de las tierras raras del mundo lo que ha llevado a otras potencias, en especial a USA y la Unión Europea a buscar alternativas desesperadamente. En este contexto, la Rep. Dom. se coloca en la palestra pública, ya que se han descubierto yacimientos importantes, estimados en miles de toneladas y los piropos del Tío Sam y Catay no se hicieron esperar.
En fin, la humanidad como tantas veces se enfrenta al reto de “subirse al tren”, de adaptarse, evolucionar. Explorar y explotar estos elementos de tierras raras de forma sostenible con poco impacto negativo para el medio ambiente y lidiar de forma sagaz con la complicada situación geopolítica y económica derivada de su uso y comercialización. Chocolates, soda y palomita que el espectáculo de la Cuarta Revolución Industrial acaba de comenzar. Que el Todopoderoso nos “ilumine” para que toda esta “energía” redunde en grandes beneficios para la humanidad.