Todo lo que tienes que saber cuándo formas parte de un triángulo amoroso

Todo lo que tienes que saber cuándo formas parte de un triángulo amoroso

Una aventura amorosa de una noche puede acabar convirtiéndose en una relación duradera. Tanto, que es poco frecuente que se limite a un simple encuentro esporádico, se vuelve un ciclo obsesivo que no tiene fin  llegando en ocasiones a durar varios meses, e incluso años, hasta que los amantes se hastían de llevar su relación en secreto o la pareja descubre el entuerto, publicó hoy el portal ElConfidencial.

Mientras esto no ocurra, el infiel construye un triángulo amoroso que, en un principio, genera experiencias satisfactorias y sentimientos positivos, con una mayor autorrealización y unas necesidades emocionales mejor cubiertas.

Unos positivos beneficios a corto plazo que, según se apunta en un artículo del Contemporary Psychoanalysis Group, no responden a otro hecho que a un problema previo en la pareja o un conflicto cerrado en falso, del que los implicados pueden ser conscientes o no.

Al margen de las causas que llevan a la infidelidad, los autores remarcan que casi todas las personas que la cometen sienten una embriagadora emoción inicial, por la que es difícil resistirse a no ver más a esa persona, siendo perfectamente factible que surja el amor.

Cuando la relación con la amante se intensifica y comienza a cubrir un vacío vital o emocional, entonces el infiel se sentirá “atrapado en un triángulo amoroso”. Por paradójico que parezca, esta relación cruzada aporta estabilidad emocional, sobre todo si la personalidad de la amante es diferente a la de la pareja.

“Una tercera persona aporta independencia de la relación primaria sin tener que sufrir soledad. Se trata de una lucha común a todas las sociedades humanas, en la que se confrontan la necesidad de entablar lazos con la necesidad de mantener nuestra individualidad”.

En pareja, pero independientes. Al emprender una aventura, uno de los factores que más apego generan hacia la amante es precisamente la sensación de sentirnos independientes sin llegar a serlo.

Algo así como estar con la pareja al mismo tiempo que se percibe que no hay ataduras para con ella. Una situación que, según los psicólogos, es insostenible en el tiempo. Y no sólo porque la amante se canse o la pareja decida poner fin a la relación cuando se entere, sino porque el propio infiel acabará sintiéndose culpable.

En la mayoría de ocasiones, los infieles pasan por una fase de enamoramiento movidos por un mar de dudas en la que se plantea si dejar a su pareja o irse con su amante.

Al encontrarse en esta situación, añaden los psicólogos, piensa que si pone fin a su aventura su vida volverá a ser vacía, pues probablemente no haya arreglado aún los problemas que tenía con su pareja, o serán incluso más graves. Por otra parte, si se inclina más por romper la relación con su pareja, sentirá vértigo pensando en que quizá no funcione su nueva relación.

En cualquier caso, el infiel se encuentra ante una tesitura en la que le asusta el resultado de cualquier decisión que tome, pues sigue añorando a partes iguales tener un lazo emocional con alguien al tiempo que puede sentirse independiente. Este es el resultado habitual de un triángulo amoroso, que inevitablemente se convierte en una ola difícil de surfear, añaden los autores.

“Un ciclo obsesivo que no tiene fin”. Es en este momento en el que “se va hacia adelante y hacia atrás tratando de tomar una decisión que nunca llega”. Es decir, lo que los psicólogos definen como “un ciclo obsesivo que no tiene fin”.

Una vorágine de incertidumbres que acabará contagiando a los seres queridos y al círculo de personas más cercanas, pues el afectado se encuentra en una encrucijada vital sin posibilidad de solucionarla adecuadamente.

Un punto en el que los psicólogos recomiendan acudir a personas cercanas para pedirles ayuda o, mejor aún, a un psicoterapeuta.

Una encrucijada en la que se encuentra un destacable porcentaje de la población. En España, la última encuesta del CIS, de 2008, apuntaba a que el 20% de los españoles, hombres y mujeres, habían tenido alguna relación sexual con alguien que no era su pareja en ese momento, pero los sociólogos insisten en que la cifra debe ser a la fuerza mucho mayor, y podría estar aumentando.

Según los resultados de los estudios realizados sobre este tema, y pese a que las diferencias entre ellos son importantes, coinciden en apuntar que entre el 40 y el 50 por ciento de los adultos ha sido infiel alguna vez en su vida.