Como la oposición empezó a patalear temprano, antes de que se echaran los votos en las urnas, podrá decir ahora cualquier cosa que se le ocurra menos que ignoraba lo que todo el mundo veía venir, que según el presidente del PRM, José Ignacio Paliza, superó todas las expectativas de la organización, pero que desde la oposición, vistos los catastróficos resultados, solo puede decirse que fue peor de lo que sus líderes esperaban y anticipaban.
¿Quién va a creer ahora que después de haber denunciado hackeos, sabotajes y apagones tecnológicos la causa de la debacle fue el uso de los recursos del Estado? ¿Quién va a creer que el proceso del pasado domingo fue “totalmente irregular y anómalo”, como lo describió el coordinador de campaña de la Fuerza del Pueblo Rubén Maldonado, si el jefe de la misión de observadores de la OEA declaró que las elecciones transcurrieron como “una fiesta cívica y de la democracia”?
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Continuar evadiendo el necesario proceso de reflexión y autocrítica que mandan las circunstancias, pero sobre todo esos resultados, solo es otra evidencia de lo mal que anda la oposición y de lo que le espera en mayo, aunque el expresidente Leonel Fernández, el gran perdedor de estas elecciones, jure y perjure que los resultados de las municipales no influyen ni determinan los de las presidenciales.
El mapa de la República Dominicana pintado casi enteramente de azul PRM debería obligarlo a revisar esa afirmación, pero si no lo hace peor para él y la Fupu, que solo ganó seis alcaldías y apenas recibió el 4% de los votos. No dudo, sin embargo, que el alto nivel de abstención que se produjo le sirva de excusa para justificar un desempeño tan pobre, ni que a falta de un algoritmo al cual responsabilizar de esos resultados se aferre al tonto consuelo que representa el “avance” de su partido, que de solo dos ayuntamientos que tenía ahora controlará seis de los 158 municipios con que cuenta el país. Casi dan ganas de felicitarlo por la hazaña…