El abordaje del trabajo infantil en nuestra sociedad es muy complejo, colinda con las condiciones de pobreza y vulnerabilidad de muchas familias en condiciones de pobreza extrema en comunidades rurales y urbano-marginales.
Junto a la problemática estructural del trabajo infantil están factores socioculturales que lo legitiman e invisibilizan, e impiden su erradicación y prevención. Predomina una lógica cultural adultocéntrica que despoja a la población infantil y adolescente de sus derechos sometida a la voluntad de personas adultas (padres-madres-otros) responsables de su crianza y cuidado.
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Estudios realizados que abordan el trabajo infantil (Vargas/FUNDEBMUNI 2014) (Vargas/PLAN RD 2020) (Vargas/Profamilila 2019) señalan su legitimación desde varios aspectos:
- Aceptación del trabajo infantil desde la dualidad trabajo-estudio, “si estudia puede trabajar” negando la importancia de las actividades recreativas y culturales para su desarrollo.
- Reproducción del modelo de varón-proveedor desde la perspectiva machista que impone en el niño su inserción laboral a temprana edad y a la niña en las tareas domésticas como obligación del aprendizaje a “ser mujer”.
- Visión del juego como vagancia e innecesario para la niñez, “mejor que trabaje a que deambule por ahí sin hacer nada”. El juego se entiende como “no hacer nada”, “hacen bulla”, “corretean y molestan”.
El trabajo infantil se identifica como “una buena opción para que la población infantil esté activa y aprenda a obedecer y así se evita la delincuencia”
El juego al aire libre y de interacción con pares, son necesarios para su desarrollo y su aprendizaje de interacción social, cooperatividad y creatividad. Lamentablemente las personas adultas prefieren que estén recluidos en sus hogares y en las escuelas, tranquilos, callados, despojándolo de sus destrezas motoras y psicoafectivas y sometiéndolos a la subordinación. - Visión de que trabajar temprano en oficios garantiza el futuro de la niñez. Muchas familias entienden que si el niño aprende a trabajar en talleres de mecánica u otros oficios se garantiza su futuro laboral y no se identifica las consecuencias en su salud, desarrollo socio-afectivo, reproducción de la desigualdad social y las relaciones de poder hegemónicas.
- Reproducción del modelo vertical de relaciones de poder sostenidas en la obediencia y la sumisión que niegan la creatividad, recreación, autonomía, derechos y libertad.
La prevención y erradicación del trabajo infantil en la sociedad debe estar acompañada de políticas socioculturales que fomenten el reconocimiento de derechos de la niñez y adolescencia y el empoderamiento de la población infantil y adolescente, así como la equidad de género y social. La sociedad legitima culturalmente el trabajo infantil porque perpetúa la desigualdad de género, el modelo adultocéntrico, patriarcal y autoritario que sostiene la desigualdad social y la concentración de riquezas.