La vida es dinámica, de cambios, de desafíos y de adversidades desde que nacemos hasta que morimos. El control no lo tiene nadie, ni los riesgos, ni las vulnerabilidades están controladas cien por ciento.
Cada etapa de la vida arrastra sus propios riesgos y adversidades; ni los padres, maestros, ni amigos, pueden evitar el dolor, sufrimiento, traiciones, conflictos, frustraciones y desamor en los diferentes espacios donde interactuamos.
Los acontecimientos y experiencias desfavorables en la vida, nos enseñan a madurar, reflexionar y generar los cambios que nos ayuden a ser más resonantes, resistentes y resilientes para salir más fortalecidos después de una adversidad en cualquier área: económica, salud, afectiva, emocional, laboral, social y moral.
A la generación presente le cuesta mucho entender los procesos de la vida, el tener que esperar, aprender a perder, aceptar la frustración o tener que posponer, el dejar ir, buscar nuevos refugios, construir hábitos y elegir su propio camino. Las tres actitudes emocionales para la vida son: elegir, fortalecer y construir nuevos hábitos de vida después de una adversidad.
Segundo, elegir nuevos caminos, cuando los resultados han sido negativos, tóxicos o riesgosos en diferente área de la vida.
Tercero, enfocarse en nuevos resultados de vida, haciendo cosas diferente, en nuevos espacios y con grupos diferentes que permitan llegar más lejos.
La trampa en millones de personas es tener que romper con hábitos tóxicos, con patrones de comportamientos disfuncionales, o sistemas de creencias distorsionadas y limitantes que no permiten fluir ni conectar con su vida.
Existen hábitos saludables, pero también hábitos patológicos, a los que nos hemos acostumbrado y hemos aceptados como refugios y resultado de vida.
Para un obsesivo, un narcisista o un dependiente de personalidad, cambiar un hábito parece un imposible, debido a que se angustian y se deprimen.
Las personas flexibles, adaptativas y funcionales se adaptan mejor a nuevos hábitos debido a que refuerzan los más saludables para protegerse y dejan ir los tóxicos o disfuncionales para poder reconectar con la vida.
Elegir humanamente un nuevo camino o una nueva dirección o nuevo rumbo de vida de forma asertiva, horizontal o gerencial en la vida, es el resultado de una persona que ha alcanzado la madurez, el aprendizaje y la experiencia para priorizar, construir nuevos propósitos y proyecto de vida.
Hay que recordar la reflexión de la resiliencia: “el que se ha levantado es más significativo que el que nunca se ha caído” ya que el que se ha levantado después del dolor, la pérdida, la adversidad, conoce su carácter y su fortaleza emocional.
Después de todo, hay que buscar y obtener nuevos resultados de la vida, ya sea en cosas simples, empezando por detalles pequeños, hasta cambios estructurales que rompan con hábitos y actividades que frenaban o lo limitaban el crecimiento psicoemocional o social.
Para obtener nuevos resultados visibles, tangibles y demostrables, hay que tener disciplina, perseverancia, fortaleza, constancia y autoconfianza en su personalidad, en sus habilidades y destrezas psicosociales.
Para lograr estas tres actitudes emocionales para la vida, les propongo la siguiente reflexión: ser honesto consigo mismo, no apoyarse en una debilidad o en refugio tóxico. Para conectar y reconectar en la vida hay que dejar ir el pasado, las huellas somáticas, las experiencias traumáticas y sentimientos de inutilidad.