Tropiezos de un país subdesarrollado con ínfulas de moderno. Aun viviendo bajo la dictadura más férrea del continente americano durante el siglo XX, los dominicanos conservamos siempre nuestro carácter de las improvisaciones y de vivir en el día a día contando siempre que por la chepa de algún lado saldría el sustento.
Los 31 años de la dictadura de Trujillo quisieron ser un referente de modernidad para insertarnos en la corriente modernista de las otras islas mayores del Caribe, pero al final de la dictadura todavía quedaban las marchantas que de puerta en puerta en los pueblos y la Capital vendían sus sazones y uno que otra naranja agria, los carretilleros y vendedores en burros eran para la demanda en los barrios donde las amas de casa resolvían sus necesidades de la cocina diaria.
Los 22 años transcurridos del siglo XXI han sido un paso de avance con la modernidad introducida en la cotidianidad en la comida, el vestir, y en los entretenimientos. Y ya el béisbol adquirió patente de deporte de lujo donde cada vez más jóvenes se enrolan con sus aspiraciones de llegar a ser estrellas del béisbol de Grandes Ligas y el fútbol le sigue los pasos.
Viviendo bajo una feroz dictadura, la integridad territorial se mantenía y la oleada de braceros haitianos que llegaba cada año en septiembre para la zafra cañera duraba el tiempo de la zafra que concluida la misma retornaban hacia su territorio. Y los pueblos del Sur, desde San Cristóbal hasta Elías Piña, veíamos las caravanas de camiones y autobuses cargados de esos braceros de vuelta a sus hogares para al año siguiente retornar a la próxima zafra. Ahora ya casi nos desbordan en algunas regiones.
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En la dictadura de Trujillo, los cimientos del progreso se sembraron, apareció una incipiente industrialización a medida que el país necesitaba más productos como fue el caso de los textiles que se instalaron después de la II Guerra Mundial e incorporaron decenas mujeres a la confección de ropa íntima para damas y hombres. Y las envasadoras de vegetales tímidamente instalaron en el entorno de la capital y algunas en el Cibao. Pero el país arrancó y en una explosión de desarrollo ya para el 2010 se afianzó como la economía mas fuerte en el Caribe. El reemplazo de importaciones fue un hecho que impulsó el desarrollo. Con el empuje de la demanda, y las producciones de las zonas francas con exportaciones crecientes, el sistema educativo, con profundas deficiencias de raíz, creció de esa manera por la demanda. Grupos de privilegiados pudieron viajar al exterior y terminar de formarse rellenando los baches con los que salían de las aulas criollas.
Y el modernismo estaba atascado en la típica herencia del dominicano de aborrecer el mantenimiento. Y en especial si era una edificación pública que por su naturaleza no tenía dolientes. El dinero así invertido se desviaba una parte para pagar la comisión reservada para el contratista de la obra para darle parte al padrino político que era una comisión de hasta el 25% por las ambiciones de los funcionarios, que con el paso de los años, las obras multiplicaba sus costos originales para el beneficio de los corruptos y ahora ser busca erradicar esa práctica con un ministerio público pretendidamente incorruptible.