El expresidente Donald Trump está provocando una guerra interna en el Partido Republicano que podría socavar los intentos de oponerse al actual gobierno y de regresar al poder.
Al día siguiente de fustigar a Mitch McConnell, el principal republicano en el Senado, como “un politiquero amargado”, Trump el miércoles repitió la falsedad de que fue él quien ganó las elecciones de noviembre, en una serie de entrevistas con medios de derecha tras casi un mes de silencio autoimpuesto.
Trump siguió atacando a McConnell, acusándolo de perjudicar la causa republicana luego que McConnell reconoció que Trump incitó el asalto al Capitolio en Washington, aunque McConnell al mismo tiempo votó a favor de exonerar a Trump en el juicio político que le realizó el Congreso.
“Los republicanos son unos débiles. Sólo atacan entre sí, como lo hace Mitch”, se quejó Trump en el canal derechista Newsmax. “Si invirtieran la misma cantidad de tiempo atacando (al líder de la mayoría en el Senado, Chuck) Schumer y (al presidente Joe) Biden, les iría mejor, te lo digo”.
Autoridades republicanas en muchos estados divididos, como Georgia y Arizona, han ratificado que Biden ganó legítimamente. Trump entabló decenas de demandas en diversos estados tratando de desvirtuar el resultado electoral, y todas fueron rechazadas, incluso por jueces que él designó. El mismo McConnell ha calificado las denuncias de Trump como “falsedades disparatadas”.
Numerosos estrategas republicanos califican la pelea entre Trump y McConnell como, en el mejor de los casos, una distracción y en el peor de los casos como una amenaza a los intentos del partido de recuperar el control de las dos cámaras del Congreso en las elecciones legislativas del 2022.
“Yo no creo que (a Trump) le importa ganar o no”, estimó Steven Law, aliado de McConnell y director de un grupo de presión política pro-republicano en Washington. “Lo que le importa es ser el centro de atención”.
Law señaló que Trump perdió en varios estados que los republicanos necesitarán para poder recuperar el control del Congreso en las elecciones del año entrante, como Arizona, Georgia, Pensilvania y Wisconsin. Predomina una situación parecida en Nevada y Nueva Hampshire, donde Trump perdió y en Carolina del Norte, donde el expresidente ganó pero por estrecho margen.
Si Trump sigue tratando de ser “el centro de atención”, opinó Law, “los republicanos de hecho podrían perder escaños en las elecciones”.