Inesperadamente, no sorprendido, me llega de una querida y apreciada amiga un grito de protesta no pudiendo su justa indignación contenerse ante el ominoso atropello que viene cometiéndose impunemente pretendiendo ignorar la grandeza y significado del día del nacimiento de nuestro ilustre fundador, Padre de la patria nueva, Juan Pablo Duarte, como si ese magno día fuese un día cualquiera.
“Elevo mi más enérgica protesta contra los que cambiaron el Día de Duarte. El nació el 26 de enero, no el 24. Y su grandeza es tal que gracias a él tenemos una Republica Dominicana libre e independiente. ¿Hasta dónde llegaremos si no reverenciamos a nuestros grandes hombres ni respetamos los valores patrios?
Todo porque empresarios y políticos no pueden interrumpir sus máquinas para hacer dinero que no se van a llevar, y los vagos beban mas ron. No es justo. Juan Pablo Duarte merece que se le respete y se respete la fecha de su nacimiento. Y por eso yo protesto, aunque sea la voz que clama en el desierto.”
Si de algo estoy seguro es que esa voz no clama en el desierto. Son infinitos, incontable las tantas ras voces que se elevan y se unen a la suya con igual dolor, pensar y sentir porque el sentimiento Duartiano, el amor a nuestro patricio, es único y brota en el corazón del pueblo dominicano que no alcanza a entender ni aceptar esa sin razón que antepone a la figura de Duarte, intereses mercantiles, pecuniarios.
Como bien afirma la amiga: “pesan en ellos más el dinero” que la gratitud que debemos los buenos dominicanos (as) a la vida y virtudes de nuestro mentor y guía, Juan Pablo Duarte, no teniendo otra ambición o recompensa “que no sea veros libres, felices, independientes y tranquilos”, ofertando su vida y sus bienes por la salud de la patria, junto aquellos héroes intrépidos, valientes inspirados en su doctrina y consigna del juramento trinitario: “Dios, Patria y Libertad.”
A nadie se le ocurriría, ni la Iglesia Católica permitiría cambiar o eliminar el festivo 24 de septiembre consagrado a la Virgen de Las Mercedes que según cuenta la historia no hizo otra hazaña milagrosa que no fuera desviar las flechas de nuestros aborígenes para que los conquistadores españoles los exterminaran.
O si Trujillo, recibido en el Vaticano por el Santo Padre, mediante decreto declaró no laborable el 21 de enero, dedicado a nuestra patrona la Virgen de la Altagracia.
Es hora de que la voz del pueblo se levante con mayor vigor y patriotismo y sea escuchada por el Presidente Abinader y el gobierno del cambio. Es inaudito que durante su gestión permanezca esta afrenta, este anacronismo. Por razones fundamentalmente patriótica, restituir el 26 de enero, día del natalicio de Duarte, es un clamor nacional que debe ser atendido sin demora.