Píndaro está feliz como una lombriz!… Ha visto, desde lejos, a su director predilecto del diario HOY, el señor Bienvenido Álvarez Vega, quien cada quince días le permite seguir fuñendo a sus lectores a través de las ocurrencias de Herminio… Con sumo cuidado –para no ser descubierto-, se para detrás de él mientras le escucha explicar a un curioso visitante cómo se las arregla para compaginar sus horas como director del periódico –que son contrarias a las de los demás mortales-… “Bueno, hasta antes de la pandemia yo venía a trabajar cerca de las 10:30 de la mañana y me retiraba a las 1:30 de la tarde –exclama-… Regresaba al periódico a las cinco, hasta la hora de cierre, 12:30 de la madrugada…. Es cuestión de costumbre –agrega-… Desde El Siglo, en 1989, tengo esta rutina… Soy un periodista de costumbres antiguas… cuando el director se iba con el periódico en las manos”.
Herminio, que está curioso por saber lo que trama su alter ego, se acerca para escuchar esta aventura de sana intromisión… Observa a Píndaro –que se ha quedado de una sola pieza-, y con una expresión de admiración por la elegante guayabera vestida por su director… Precisamente, el visitante del diario ha tenido similar impresión… “Qué es para usted una guayabera?” –le cuestiona-… “Es una prenda de vestir de siempre –le comenta-, excepto los sábados, cuando voy al campo y me pongo una camisa a cuadros… de colores. Con la guayabera o chacabana me siento muy cómodo… En México vi que los jefes de Estado pronunciaban discursos desde la Casa de Gobierno en guayabera” -expresa, mientras de él brota una amplia sonrisa-… Los ojos de Píndaro relojean de arriba abajo y se encuentran que el director viste unos elegantes zapatos blanco y negros, sin cordones… -parecen sus preferidos, pues los usa para sentirse más cómodo en sus entrevistas-.
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Herminio, cuya curiosidad está al límite por la enriquecedora oportunidad que se les ha presentado a tener bien cerca de su director de publicación quincenal, se le acerca y aprovecha para interrumpir la conversación que él había iniciado con su visitante, y le inquiere: “¿Cuál ha sido el momento en que más ha dudado en su vida?”… Su respuesta no se hace esperar: “Don Miguel de Unamuno decía que la fe existe por la duda, es decir, quien no duda no tiene fe”… Su inteligencia y humildad certifican el por qué se ha ganado la gracia de que, a través de muchos fructíferos años, ha logrado un nivel periodístico y humano que hace unos días le ha hecho merecedor de la más alta premiación otorgada a un profesional y ser humano ejemplo del quehacer periodístico en nuestro país… Un reconocimiento que solo puede avalarlo la formación familiar que lo enorgullece cada día, tal y como lo manifiesta al visitante frente a él: “Me has cuestionado como cuál ha sido mi mayor satisfacción… ¡Te puedo decir que ha sido el estar presente en todo el sentido de la palabra cuando mi familia me ha necesitado!”.
Píndaro le recuerda a Herminio que el director es tan fiel a su condición de dominicano que, una vez le confió que si tuviese que escoger entre una buena ensalada, o un mangú, escogería ¡un buen mangú con aceite verde y un huevo frito!… En ese preciso instante, el visitante ha estado cuestionándolo sobre cómo, al final de cada día de lectura, evita que le duelan los ojos… “Después que me baño, en horas de la madrugada, toda la tensión del trabajo desaparece y como mi horario de trabajo me ha trastocado el horario de dormir, tengo más de una hora para leer, y lo hago… Luego leo en horas de la mañana, muchas veces acompañado de un sabroso jugo de melón en agua, con azúcar y hielo” –exclama emocionado-… Ahora estoy haciendo un esfuerzo para que no sea antes de las nueve de la mañana, por recomendación médica, pero pocas veces lo logro… Me gusta escuchar, por eso oigo muchas conferencias de las que están en youtube. En mi camino al periódico, casi siempre voy escuchando una, aunque hoy día, para llegar al diario encuentro un tránsito caótico y generador de tensiones y estrés”.
Píndaro, cuya curiosidad va más allá de lo usual, se acerca a su oído derecho y le susurra: “Ojalá puedas darnos alguna luz sobre la realidad del trabajo en equipo en tu área”… Mirando al horizonte, expresa: “Contrario a como era antes, ahora los periódicos son producidos, planificados. Antes, los periódicos publicaban lo que encontraban, pero no siempre podemos tener el periódico que queremos en términos de planificación porque la realidad es resbaladiza y con frecuencia los equipos fallamos en lograr lo que buscamos o queremos”… Hace una pausa y, recordando sus descansos en fines de semanas, comenta para sí: “El sábado casi siempre nos vamos para Villa Altagracia, Los Mogotes, donde tenemos el Conuco B y B. Allí la rutina es mirar las matas, limpiarlas, disponer cosas que hay que hacer, sembrar, comer casi siempre donde Doña Pula, a veces jugar dominó, a veces llevar un grupo de amigos, generalmente hermanos en la fe, para discutir un tema bíblico-teológico, jugar con los dos nietos cuando van con nosotros, etcétera… El domingo, o voy a la iglesia en la mañana o me quedo leyendo o preparando alguna clase. Todos los domingos nos juntamos a comer en la casa toda la pequeña familia, de cuatro o de seis miembros… Aspiro a 126 años, pero todavía no sé de qué viviría. Me asusta la idea de cómo los dominicanos tratamos a los ancianos”.