Luego de su triunfo en las elecciones municipales, el presidente está consciente de su permanencia. Con la oposición apaleada, cualquier iniciativa oficial, cualquier desatino de los habituales, no tendrá consecuencia. El ethos criollo ama el poder y cuando es absoluto no cuestiona ni piensa en mañana, se arrima rápido al trono. Sin disidencia, procede sumarse al coro de áulicos que ve al jefe de estado y de gobierno como un redentor, padre de la patria nueva, dueño de los poderes. Un Belié Belcán que llegó para protegernos de los males del pasado y para crear una nueva división.
Lejos de México que canta sus penas y llora sus alegrías el mandatario reitera su condición aséptica cuando declara que no celebra triunfos ni llora derrotas. Exhibiendo su superioridad moral por encima de un colectivo inerme, sin guía, cautivo de su narrativa, ordena a sus correligionarios trabajar sin descanso. Y mientras la oposición dedicaba su energía a sumas y restas, los informes desagradables en el paraíso del Cambio continúan. La frecuencia disminuirá, sin reacción es inútil comentar las malas nuevas. Tímido, casi imperceptible aflora el resultado contundente de una investigación que obligaría a repensar las fantasías y logros de la gestión. Gracias a un reportaje, escueto y pertinente, publicado en este periódico con la firma de Odalis Mejía, la curiosidad provocó buscar la fuente para ratificar el espanto que su lectura ocasionó. “Pedernales: Tráfico de guaconejo, drogas, carbón y falta de seguridad”, título de la primera entrega-22.02.2023- es la glosa del Tomo II de “Estudios de fragilidad, resiliencia, desarrollo e inversión en la zona fronteriza”.
Puede leer: Tareas pendientes
En el momento del “esplendor” de Pedernales es preocupante la conclusión de la investigación realizada por Milagros Nanita-Kennett y Alizamel Hernández Montilla al servicio del Instituto de Educación Superior en Formación Diplomática y Consular, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Instituto Superior para la Defensa y el Ministerio de Defensa, con el respaldo de NNUU que advierte el resultado es responsabilidad de las autoras. El trabajo menciona el futuro, pero no omite la adversidad presente. Cualquiera que conserve algo de independencia podría preguntarse por qué los Cruceros antes de enfrentar los males acuciantes de una región más cerca del infierno que de la ilusión turística. Reflexión baladí porque la apuesta es Cabo Rojo y sus ventajas y así continuará.
Necesidad de carreteras, aguas negras sin cauce, desechos sólidos sin contención, salud y educación precarias, tala indetenible, éxodo masivo de lugareños, consumo y tráfico de sustancias controladas, problemas por doquier. El acápite “Situaciones Adversas y Seguridad” describe el desamparo, la ausencia de vigilancia y control, el mito de la frontera blindada. Leer aquello estremece, confirma cuanto consigue la comunicación destinada a manipular y aquietar una mayoría pendiente de informaciones tan positivas como irreales. Reconocer el tráfico de drogas como medio de vida, describir el transporte rutinario e impune de cocaína, marihuana, señalar la deforestación, los camiones cargados de carbón y guaconejo, camino a Haití, asusta. Aunque nada interrumpirá el glorioso momento del abinaderismo, el resultado del estudio, apenas divulgado, es incómodo, decepcionante y revelador.