Desde hace cuatro años atrás el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se ve envuelto en un proceso de reestructuración, renovación y reorganización obligatoria que los miembros de su cúpula se negaron a creer que fuera posible que pasara en un futuro tan cercano, pues para nadie es un secreto -a estas alturas del juego- que se vieron embriagados de poder y endiosados con el control de la nación, confiados en al menos 20 años siendo el partido oficialista.
No obstante, la realidad es dura, pero solo los protagonistas de las historias dignas de contar saben sobreponerse a las adversidades de la vida y salir adelante para, si no ganar, por lo menos empatar el juego. Eso es lo que intenta hacer el PLD en la actualidad.
Sin embargo, además de señalar sus sombras también hay que mencionar sus luces, y una de estas es el expresidente de la República, Danilo Medina, un hombre reconocido como el estratega principal del partido morado y artífice de los “años dorados” de la organización de la estrella; a pesar de que, hoy en día, muchos consideren que fue derrotado en los últimos comicios por quien se convirtió en su más grande enemigo y/o adversario político, Leonel Fernández; por eso de que Fernández quedó muy bien posicionado con su partido la Fuerza del Pueblo y el PLD salió muy mal parado bajo el mando de Medina; al punto de que muchos ven su decisión de renunciar a la presidencia de la organización como la aceptación de su muerte política.
La historia de Medina y Fernández bien podría relatarse como una de esas épicas novelas en las que dos amigos que recorrieron un gran camino juntos y se comportaron como hermanos defendiendo los mismos ideales se ven separados en un momento de su viaje para continuar por rumbos distintos. Y verse así enfrentados en algún punto resultando como vencedor solo uno de ellos (casi como el manga de Naruto, tomando en cuenta que no consideramos que este sea el final de la historia).
Empero, Medina es más inteligente de lo que suelen demostrar sus emociones, y el retirarse del escenario político en este momento puede ser una estrategia que deje grandes frutos en un futuro a mediano y largo plazo, ya que lejos de buscar la renovación del PLD esta acción busca reconquistar el poder en el 2028, y no por las razones que cualquiera de nosotros podríamos creer en un primer momento.
Me explico. Todos sabemos las asperezas y desacuerdos que separan a Fernández y Medina en estos momentos, además de conocer la actitud que asume Fernández ante sus adversarios, esa de menospreciar, subestimar y disminuir a sus rivales hasta el punto de privarlos de su sola presencia (para muestra un botón), y es obvio que Danilo Medina conoce los “hierros de su carreta” -en buen dominicano-.
Si este es el caso, lo lógico sería pensar que Danilo Medina sabe que ante los números que maneja el PLD en la actualidad y los posibles escenarios de cara a los próximos comicios lo ideal sería buscar la forma de fortalecer su partido. Y esto se puede hacer de dos formas: 1) frenando el éxodo de dirigentes y militantes y 2) reconquistando a los militantes que están descontentos y desmotivados pero que no se han ido del partido; ya que a este punto lo de conquistar nuevos militantes, es decir, votos, es una quimera.
Para lograr estos dos objetivos lo más práctico es pactar con el enemigo, y realizar -esta vez sí- una verdadera alianza entre el Partido de la Liberación Dominicana y la Fuerza del Pueblo; pero ¿cómo? Eliminando lo único que resultó ser un obstáculo para Leonel Fernández en el pasado, el poder que ostentó Danilo y su grupo dentro del partido morado y que de una manera u otra significó la salida de Fernández de esa organización política.
La retirada del cuadro principal de Danilo y los suyos, el relegarse a un segundo o tercer plano le permitirá reagruparse y repensar su estrategia para un futuro a mediano y largo plazo, algo que cualquier politólogo vería prudente en este momento.
Pero una vez eliminados los obstáculos es necesario un catalizador de la unificación, un ser que se erija de entre las cenizas visto con buenos ojos desde dentro y desde la acera del frente, uno con el que todos digan “podemos trabajar” -aunque haya otras asperezas que limar-. Es ahí donde entre en el juego, nuevamente, Abel Martínez, pues es un candidato que ya fue colocado en la escena principal del PLD y con el que lo más lógico es seguir adelante -por aquello de la estabilidad-, y que es alguien que goza de cierta simpatía por parte de Leonel Fernández, y con el que tal vez pueda llegar a un acuerdo.
Ninguno de los actores en este ámbito de la política puede llamarse a engaño, los números están ahí y hablan por sí solos; los resultados indican que si hubieran trabajado juntos el PLD y la FP habrían logrado un escenario más favorable para ambos, no obstante, los números también nos dicen que en cuanto al candidato presidencial de la oposición aún se debe ajustar la fórmula.
También, tenemos que tener en cuenta que si vemos la historia los tres últimos presidentes del país fallaron en su primer intento por conquistar la presidencia, solo hay que revisar los hechos.
En conclusión, la retirada de Danilo y su gente del plano principal de la política me parece una estrategia acertada si lo que se busca con esta acción es dejar vía libre a que se lleguen a acuerdos que generen alianzas productivas para el futuro. Solo resta esperar si la otra parte puede dar su brazo a torcer y desistir de lo que se ha convertido en una absurda obsesión de volver a ser presidente de la República.
La tendencia es cambio y los sabios se saben adaptar a los cambios y asumir nuevos papeles. Ese es el llamado que el adversario de Danilo se niega a escuchar y que podría desaprovechar. Creo que los resultados de los últimos comicios demuestran que separados no ganarán.