Una plegaria por el arte

Una plegaria por el arte

Arte

Arte: infinito y extraño capricho que el alma cobija

Arte: cantar y cantar, bailar y bailar, soñar y soñar, caminos de ayer, de hoy, de mañana y de siempre. Ventanita de luz que se le escapa a la luna y embriaga de mil colores al mundo.

Arte: confusa ilusión que le cuenta a todos de armonía, espanto, tristeza, historias de sueños vividos o soñados, verdad a medias, nunca mentiras. Nostalgia, viajes sin destino con un dejo de utopías, también nos dice de un lejano y profundo sentir que regala lo que nunca se entrega, el más caro secreto de cómo son las cosas del alma.

Arte: cumbre del espíritu, congoja y ternura, cataclismo de lo bello, piedra de apoyo al dolor, al malestar, fuente de la hermosa canción que nos canta de amores.

Arte: manantial de murmullo y luces, fresca mirada, grácil y tierno, reflejo de un cielo en azules y blancos.

Arte: tonada que escapa al hastío, que rima y que encanta el más bello pensar, palabra joven, cierta, palabra del hombre, sensación del alma, un hermoso sentir del pensamiento.

Cuando el Arte habla de presencia, todo es diferente, canta la mañana su más sentida canción y la brisa se engalana y habla al oído del mundo su mensaje pleno, culto y extrañamente turbador, no importa. Mensaje pleno de fantasía, triste o alegre es el mensaje del amigo, del hermano, fraternal abrazo que ennoblece, mensaje de la bondad y la esperanza, es el mensaje del arte, mensaje del Amor.

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Arte: trastorno de la psiquis del pensamiento y el espíritu, sentimiento raro y confuso, pensamiento irreverente a la normal costumbre, conducta difícil de explicar, sin una clara definición, conducta del pensar, del sentir, del actuar, de los elegidos. Los elegidos, seres muy pocos, con una carga en sus entrañas, de poesía, pasión, aventura, sueños, y esa placida afición a la demencia, sin alcanzar la locura.

El Arte, casi una actitud ajena al pensamiento concreto, tiene las virtudes de las cosas excelsas, su origen ¿Quién sabe?, es luz del alma, ingrávida semblanza de lo desconocido, sensible sentencia de lo exquisito, pasión acrisolada, translúcida visión de un recuerdo o una estancia.

Arte: palabra mayor, espléndida, locuaz, tono de la virtud, relato del submundo, alegoría para ahora, para siempre, frase quebrada, fragmentos de vida, repatriadas y encontradas en el mismo camino del alma.
Arte: aroma que alberga los simples placeres de la existencia, podría ser muchas veces, sentencia de paz o estímulo para la tragedia, para las graves heridas que nos padece el diario vivir, difícil camino, pero al fin, caminos con su propio destino.

Arte: lágrima de un dolor inmenso, lágrima, festón alegre de un amor querido, llamada aguda y firme para el coloquio, idea o pensamiento para la feliz ocurrencia, así serán las cosas felices, tristes, alegres, lo define el azar o lo define el grato sentir de un marcado deseo.

El mundo enmarañado, tinglado de dudas, contradicciones, oscuros intereses, luchas sin valores, de una increíble fuerza de transición, escenario de los más extraordinarios acontecimientos naturales, hermosos espectáculo de luz y color, indomable estructura forjada con los mil valores naturales, y bendecida con el calor del hombre, transformador de todo, que puede, hacedor y arquitecto de las más hermosas ciudades. Que al través de los siglos son lugares eternos y son faros de enseñanza de lo que pasó, confundidas en el tiempo.

En ese inmenso e inhóspito lugar, vive desde hace milenios, el hombre. Gigante aventurero, capaz de todo, de matar, de reír, de soñar, de existir, de rezar, y por sobre todas las cosas, la vida le otorgó el más importante que hacer que solo él está privilegiado para realizar: el Arte.

El hombre, prototipo de la humanidad, desde sus más primarias instancias, fue herido por el deseo de decir asuntos de su intimidad. Así lo muestran los prototipos en las ya famosas cabañas donde pernoctaba. Ya eso era Arte.

Figuras simbólicas de su cotidianidad, eran fieles testigos de una forma particular de expresarse. Sus figuras están cargadas de energía y de una clara visión de lo que expresaban. No había dudas, era rupestre, era primitivo, pero era su gran Arte.

Así todo empezó; pasaron los milenios y el hombre encumbró una nueva y civilizada categoría. Apareció el nuevo conocimiento de las cosas del mundo, toda esa conocida emoción que lo iba cambiando todo.

Hoy estamos aquí, desde nuestra humilde tribuna, estudiando todo lo que ha pasado con el gran deseo de aprender, más firmemente preocupado por los que haceres del Arte.

La virtud del Arte me agobia, me seduce y me dice cosas raras y extrañas que me intrigan y no puedo desprenderme de ellas.

Por ser un legado tan alejado de una cotidiana actitud y ser tan diferente de las demás cosas, protejamos el que tenemos y el que está por venir, sólo así, guardaremos en nuestras almas para toda la vida el más grato y ardiente calor que sólo el Arte puede dar.

Entre todos ofrezcamos: “una plegaria por el Arte”.

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