Por: Manuel Adolfo Morales Vicens
La Ley Orgánica de la Cancillería Dominicana desde su primer CONSIDERANDO consigna la cualidad más importante que debe tener la política exterior trazada por el Presidente de la República, conforme a la Carta Magna, y eso es coherencia y en su CONSIDERANDO 4 establece cómo obtenerla, y eso es con la calidad de los Recursos Humanos. En este artículo nos proponemos analizar cada uno de los elementos que aportan esos CONSIDERANDOS, teniendo presente que es a la Cancillería dominicana a la que le corresponde la aplicación de esa política.
En cuanto a la calidad de los Recursos Humanos, de la Carrera Diplomática mucho se ha legislado y llevado a cabo procesos para su fortalecimiento, en algunos países con gran éxito institucional y por ende con mejores resultados.
Si queremos más inversión, más exportaciones, y más turismo, incluso para que eso coadyuve con la política interna y el desempeño del país en general, todo esto no puede dejarse al azar.
Quienes desempeñen labores de supervisión deben hacerlo con la mayor objetividad posible por el bien del país. Asimismo, es evidente que quien es asignado como Jefe de una Embajada, pero su principal labor en la jurisdicción que le ha sido asignada es más bien personal y no es ejercer Diplomacia a favor de su país, es evidente que no está comprometido.
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Es obvio que los nexos personales nada tienen que jugar en las labores de supervisión, sino todo lo contrario. Las relaciones deben ser cordiales siempre pero, ojo, deben ser profesionales. Desde luego que eso es un impedimento para los “favoritismos” y para los premios no vinculados al desempeño del ejercicio.
En cuanto a la coherencia, es obvio que la política exterior a seguir será diferente para cada país, o región de que se trate, lo que no puede variar son los objetivos que podrán perseguirse de distintas formas adecuando las estrategias a la realidad de cada Estado u organismo internacional.
Resulta muy perjudicial para la efectividad de la política exterior cuando el diplomático confunde su trabajo al de un publicista, hacer ruido, no es obtener objetivos de política exterior. Los objetivos deben ser medibles desde luego y si bien se conjugan una serie de factores que no dependen solamente de la Cancillería y las Embajadas en si mismas, las acciones de esas instituciones deben estar dirigidas de forma tal que exista precisamente coherencia en las actuaciones de la política exterior y en sus logros.
Por último cabe resaltar que con la Embajada del país Receptor debe establecerse una alianza estratégica, pues es la contraparte en una misión diplomática acreditada ante esa nación. Al respecto, las labores de promoción de la inversión, exportación y turismo se harán planificadamente, de manera individual y en coherencia con los lineamientos establecidos por su propia nación.