Usted está haciendo su fila pacientemente para doblar a la izquierda. Ya lleva esperando tres cambios de luces. Usted se cree que se va en la próxima, pero se acaba de detener a su derecha un camión que pretende doblar a la izquierda. Y a usted le va a tocar seguir esperando pacientemente.
Entre nosotros, impera la cultura del más vivo. Repetidamente en sus mensajes, nuestros obispos nos ponen a reflexionar al señalar los malos ejemplos que están viendo nuestros adolescentes. Ellos padecen:
“La carencia de líderes sociales y políticos que sirvan al pueblo en vez de lucrarse de los bienes comunes de la nación y que hacen de la corrupción un modo de vivir y de escalar una posición en la vida, sin ninguna condena judicial, creando una cultura del más vivo y del sálvese quien y como pueda”. (Mensaje 2017, No. 3).
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Muchos ciudadanos se han acomodado en la tumba de la cultura del más vivo.
¿Qué proponían entonces nuestros obispos? “Hace falta un proyecto de nación consensuado por todos los partidos políticos y las fuerzas vivas de la Nación…”. También insistían que cada partido, “deje de lado el aspecto clientelar y tenga como orientación fundamental del bien común” … (No. 55). Nos falta honestidad (Mensaje, 2023).
En el Evangelio de hoy, Jesús también se detiene delante de la tumba de su amigo Lázaro. Ya llevaba 4 días en el sepulcro y hasta “olía mal”. Jesús lo llama con voz potente: ¡Lázaro, ven afuera! Y Lázaro se puso en pie y caminó.
Ojalá rechacemos la cultura del más vivo que tantas muertes nos trae. ¡De pie! ¡Salgamos! Sobran manos para aplaudir los mensajes de nuestros obispos, faltan corazones que los quieran implementar con una participación en la vida ciudadana lúcida, responsable y comprometida.