Vale reformar la Seguridad Social sin ponerla patas arriba

Vale reformar la Seguridad Social sin ponerla patas arriba

Vale reformar la Seguridad Social sin ponerla patas arriba. Aunque son válidas las insatisfacciones sobre las coberturas asistenciales de salud y los reclamo de que las pensiones recompensen mejor a los ahorrantes afiliados al finalizar la vida productiva, el país no debe claudicar a las propuestas de trastocar el sistema de Seguridad Social con supuesta intención de llevarlo a perfecciones.

Las fallas existentes no dejan dicho que la fórmula que desde el comienzo incluye participación privada ha dejado de ser apropiada para mantener fuera de control absoluto al Estado, y específicamente a los gobiernos y sus políticos creadores y sostenedores del anterior régimen de protección a los trabajadores y sus familias que encarnó el fallido IDSS de los dispendios.

Es una temeridad sostener que ya las cosas funcionarían mejor completamente estatizadas en un país que vio derrochar y destruir invaluables patrimonios públicos puestos a cargo de las permisividades y codicias de administradores preferidos por los poderes de turno sin rigor selectivo de competencia y honestidad.

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Convendría que la eficiencia a lograr resulte de aplicar límpidas e inviolables normas operativas a los órganos que por naturaleza procede subordinar a potestades del Estado, solo para regulaciones, sin la entrega plena de tales estructuras de interés social y abundantes recursos a mentalidades partidarias de dudosos límites. Bastaría aplicarles eficaces esquemas de ineludible cumplimiento para garantizar un funcionamiento favorable al pueblo.