Madrid. El escritor peruano Mario Vargas Llosa vuelve con una nueva y esperada novela, “Cinco esquinas”, una mezcla de “thriller” y retrato social y político de los últimos días del Gobierno de Alberto Fujimori, donde critica el mal periodismo, “amarillo y chismoso,” y donde el sexo sirve de válvula de escape.
“Hay que tratar el sexo con naturalidad, ya hemos pasado por Freud y el psicoanálisis, por toda la cultura sexual de nuestro tiempo, que es rica y variada, y deberíamos estar informados de que en el sexo no existe una normalidad y una anormalidad, que las fronteras se confunden y se borran y las posibilidades son infinitas”, explica en una entrevista con Efe el escritor.
Y es que “Cinco esquinas” (Alfaguara), que estará en las librerías el 3 de marzo, comienza con una escena erótica entre Chabela y Marisa, dos amigas de la alta sociedad convertidas en amantes una noche, al verse obligadas a no salir de una vivienda por el toque de queda vigente en los años 90 en Lima, ciudad inmersa en la violencia, las extorsiones y los secuestros. Una novela llena de erotismo porque, en opinión del Nobel peruano, es “un síntoma de alta civilización».
“En el amor no hay que aburrirse, exige creatividad -explica- y una inversión de tiempo y de cultura que lo convierten en arte. Los pueblos primitivos lo veían como un desfogue animal y la cultura lo ha transformado en algo complejo y rico”, afirma. “Solo hay un límite en las perversiones y cosas intolerables que pueden ser evitadas”, subraya en su residencia actual, la casa que comparte en Madrid con su pareja, Isabel Preysler. Pero “Cinco esquinas” es también un alegato contra el mal periodismo, el que está al servicio del poder.
“Creo que una originalidad de la dictadura de Fujimori y (Vladimiro) Montesinos fue la utilización de la prensa amarilla de manera sistemática para bañar a sus críticos en mugre periodística, inventando escándalos o sacando a la luz asuntos privados, políticos, familiares, sexuales, mediante una prensa que la dictadura tenía subvencionada, y esto lo he aprovechado”, apunta. Una crítica al llamado periodismo “chismoso”, eje de la novela a través de un protagonista que se dedica a extorsionar y sacar escándalos, porque para Vargas Llosa hoy este oficio “está en peligro».