Fue durante la época renacentista que surgió el vocablo Antropocentrismo para etiquetar una corriente filosófica que colocaba a la especie humana como figura central en el universo, así como el patrón de medida con el cual se comparan todas las cosas del mundo. Se trata de un modo narcisista de contemplar y valorar la vida planetaria. En la historia de Europa el renacimiento se ubica entre la Edad Media y la modernidad, cubriendo el espacio de los siglos XV y XVI. Podríamos decir que la llegada de los españoles a territorios americanos en 1492 aconteció en la postrimería medieval, más bien en tiempo renacentista. 500 años de historia habrían de transcurrir para que empezáramos a pagar la deuda a la naturaleza por el daño infligido a ella gracias a esa errada cosmovisión humana.
La población del viejo continente logró imponerse en el Caribe, norte y Suramérica, África, Asia y Oceanía. Razas enteras fueron esclavizadas, surgieron los señores feudales y con la invención de la máquina de vapor se expandió el comercio, la industria y el modo de producción capitalista sobre la tierra. La longevidad creció, aumentó la población, el norte europeo y americano se impusieron sobre el sur quedando el Oriente y el Asia bajo el dominio de las potencias nórdicas.
Las chimeneas de los polos industriales no han cesado de generar gases tóxicos y altas temperaturas haciendo del globo terráqueo una masa cada vez mas hipertérmica. El frío polar ha ido cediendo al calor lo que ha derivado en un progresivo derretido de los glaciales milenarios. Hoy se registran cifras récord de altas temperatura y ya poca gente niega el fenómeno del calentamiento global. La combustión de los recursos fósiles en la industria y el transporte contribuyen enormemente a agravar la hipertermia terrenal y sus consecuencias en todas las formas de vida planetaria.
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El tema ecológico no puede ser ignorado en el Occidente ni en el Oriente. La vida es una cadena de eventos más que una fuerza centrífuga. La interdependencia obliga a mirar al mundo vegetal, microbiológico y de los vertebrados. La visión antropocéntrica podría conducirnos a la hecatombe universal. Estamos condenados a convivir con el mundo mineral, vegetal y animal. Los microbios y los rayos de luz son componentes importantes del ecosistema vital. La tierra nos pertenece a todos, es deber de cada ser consciente convertirse en celoso guardián de su integridad.
En las escuelas se debe educar a nuestros niños para que defiendan el ambiente, reduciendo el uso de agrotóxicos, plásticos y la emisión de gases por la flota automotriz citadina. La vida planetaria está amenazada de muerte. ¡Se calienta la tierra, se derrite el globo terráqueo! Si sigue calentándose la madre tierra no habrá ganadores. Todos seremos perdedores; aún estamos a tiempo. Se trata de una jornada por la vida. Es deber de la comunidad ecológica mundial contribuir al equilibrio vital terrenal.