Con más de 30.000 juguetes y piezas desechados, el artista japonés Hiroshi Fuji ha creado un parque jurásico multicolor que se expone en Bangkok para concienciar sobre la invasión del plástico desde nuestros primeros años de vida.
“Mi inspiración vino de mi sentimiento de rechazo ante todo el plástico que hay en el mundo”, explica a Efe Fuji (Kagoshima, 1960) momentos antes de la inauguración de la muestra titulada “Plástico jurásico” este lunes en el parque creativo Chang Chui.
A lo lejos, el visitante a esta exposición se encuentra con dinosaurios multicolores en una sábana psicodélica, pero de cerca descubre que están hechos con todo tipo de juguetes recolectados en Japón y Tailandia.
“Quiero encontrar un equilibrio entre la diversión de ver todos estos juguetes, al tiempo de sentir el peligro (del plástico)”, dice el artista, quien agrega que en su obra quiere darle un nuevo propósito a la masa de juguetes de plástico que tiramos.
Fuji, que ha contado con la colaboración de la Fundación Japón para organizar esta exposición, también quiere recordar con su obra que el petróleo con el que se produce el plástico proviene en parte de los cadáveres de los dinosaurios del Jurásico, más de 145 millones de años antes de nuestra era.
Entre las “piezas” de este bestiario jurásico se encuentran personajes de Disney, leones, trenes de juguete, personajes de la película animada “Toy Story”, sonrientes pikachus o el clásico Tamagotchi.
El artista se siente especialmente orgulloso de las fauces de los dinosaurios realizadas de forma meticulosa con juguetes y piezas pequeñas que no le resultaron fácil de encajar. Además de visitar la exposición, que estará abierta al público hasta el 14 de octubre, los niños y adultos podrán participar en talleres en los que jugarán y luego crear obras de arte con los juguetes.
Según el artista japonés, será un proceso “muy libre” en el que contarán con la ayuda del personal de Chang Chui, un espacio de ocio y arte construido con materiales reciclados, incluido un avión comercial. La preocupación de Fuji por los desechos plásticos se remontan a los años 70 y 80 cuando el crecimiento económico y la producción en masa convirtió este material en un elemento ubicuo en la sociedad, desde fiambreras a cubiertos y sillas.
“Quería escapar de todo eso, no me gustaba la gran cantidad de plástico que veía”, asegura el artista, que imparte clases de arte en la Universidad de Akita en Japón. Durante una estancia como profesor a Papúa Nueva Guinea en los años 80, se dio cuenta de que los residuos allí eran orgánicos por lo que volvían a la naturaleza, no había basura, hasta que también fueron invadidos por el plástico y otros materiales no orgánicos.
“Ni siquiera la carencia y las crisis del petróleo consiguieron reducir la cantidad de plástico”, comenta alarmado Fuji, que se considera también un activista medioambiental.
En 1997, empezó a recolectar juguetes de plástico y creó el proyecto “Bazar Kaekko”, en el que los niños cambiaban sus juguetes por otros de segunda mano. Siguió acumulando juguetes de plástico desechados y, aunque no lleva una cuenta precisa, calcula que puede tener alrededor de 100.000 piezas en su colección con las que realiza obras de arte.