El interés se agradece, pues no solo el expresidente Leonel Fernández sino todo el país debe preocuparse por saber qué está ocurriendo en la frontera luego de que el gobierno dispuso que fuera cerrada. Pero en las presentes circunstancias parecía más una visita politiquera y oportunista que cualquier otra cosa, además de que no está en capacidad de llevarle a sus residentes una solución a sus problemas, más allá de consuelo y promesas vanas, en estos difíciles momentos.
La decisión de suspender esa visita enmienda el error cometido al anunciarla pero no lo elimina, ya que como dicen por ahí la intención es lo que cuenta. Y como estaba claro que no solo se trataba de conocer la realidad que se vive en la frontera sino también de pescar descontentos para utilizarlos políticamente, el gobierno se le adelantó y le mató el gallo en la funda. Conociendo a nuestros políticos nadie debe sorprenderse de que el conflicto con Haití a raíz de la construcción de un canal en el río Masacre se intente contaminar con politiquería barata, pero hasta para eso hace falta algo de inteligencia.
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Por eso vimos a la oposición dando palos de ciego desde que empezó el conflicto, más ocupada en descalificar y criticar las acciones del gobierno que en escuchar al país y sus “fuerzas vivas”, que de manera espontánea le han ofrecido su respaldo al presidente Luis Abinader ante las provocaciones de los haitianos y su decisión de construir ese canal de manera unilateral.
Cierto es que el mandatario ha recibido los beneficios políticos y electorales de la forma en que ha manejado la crisis con nuestros complicados vecinos, pero lo hizo desde su condición de estadista, de Presidente de la República, lo que le proporciona la mejor coartada del mundo frente a sus críticos. Que en el rejuego politiquero de regatearle su apoyo frente al enemigo externo terminaron aislados, por lo que fueron incapaces de responder el llamado a la unidad nacional que los convocó a dejar a un lado sus mezquinos intereses.