¿Volverán los incendios con la sequía?

¿Volverán los incendios con la sequía?

POR DOMINGO ABREU COLLADO
Los incendios forestales estarán seguramente a la orden del día en la época de sequía que está entrando. Sin embargo, dependerá de nosotros el daño que puedan causarnos, de la misma manera que tuvimos responsabilidad en aquellos incendios que devastaron grandes zonas de nuestros parques nacionales del centro de la isla, principalmente en los bosques de coníferas.

Desde hace muchos años se estuvo negociando con los incendios y los pinares de la manera más soez concebible. Se estuvo incendiando intencionalmente algunas zonas de pinos con el propósito de sacar luego la madera quemada con la supuesta intención de «remediar los daños reforestando».

La verdadera intención era adquirir gratuitamente la madera chamuscada, aprovechar las incursiones para tumbar también árboles completamente sanos, y darle seguimiento a un negocio de «quema y tumba» que por suerte se detuvo al instalarse la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el año 2000.

Sin embargo, los negociantes del pino volvieron por sus fueros, y por sus fueros se les fue la mano y casi incendian el país. Hubo que insistir a todos los niveles para impedir que se accediera a las supuestas «reforestaciones» de los bosques de pino y evitar daños mayores.

Es de todos sabido que la mayoría de nuestros incendios forestales son intencionales, aunque comienzan con la intención de desbrozar quemando para la siembra de habichuelas y otros rubros. Luego, la falta de controles en la quema permite que el fuego se «escape» hacia el bosque, originando entonces serias catástrofes.

Cuando digo que dependerá de nosotros el daño que puedan causarnos los incendios forestales me refiero tanto a la ciudadanía como a la responsabilidad oficial.

La responsabilidad ciudadana está en advertir en cada región de riesgo del país sobre lo dañino que resulta para nuestros bosques, ríos y ecosistemas asociados, los incendios forestales. También es responsabilidad de la ciudadanía denunciar aquellos grupos de traficantes y empresas madereras que tienen el ojo puesto en determinadas zonas de pinares.

Por su parte, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales es responsable de la prevención, equipamiento, organización de brigadas (empleados y voluntarios), adiestramiento, aprovisionamiento y acción mucho antes de la hora de enfrentar los incendios, pues es en estos momentos cuando ya deberían estarse dando los pasos para la prevención.

Bien conocida es la situación de desaprovisionamiento de los departamentos responsables dentro de la Secretaría de Medio Ambiente, y es algo de lo que el gobierno central tiene que enterarse. No hay suficiente equipo ni suficiente personal en la Secretaría de Medio Ambiente para enfrentar los posibles incendios forestales que pueden originarse en los próximos meses.

Nunca será suficiente la excusa de nuestra carencia de helicópteros y aviones contraincendios. Como nunca será tampoco una medida precautoria el decir que podemos contar con la ayuda de Puerto Rico o de Venezuela en caso de algún incendio en nuestros bosques y parques nacionales.

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Las coníferas y los incendios

En algunas zonas del planeta –y probablemente también de la República Dominicana– los pinos dependen del fuego para crecer, porque de otra forma las áreas que ocupan serían ocupadas por otras especies.

Los pinos cuentan con una gruesa corteza que no se quema con facilidad, protegiendo así la madera debajo de ésta.

Las yemas de sus tallos están rodeadas por masas espesas de agujas: las hojas del pino que pueden arder a una temperatura baja que no daña a las yemas.

En los Estados Unidos, por ejemplo, el pino Jack necesita del fuego para liberar sus semillas, de otra manera serían cubiertos por las sombras de abetos, píceas y otros árboles similares, impidiéndoles desarrollarse. En cambio, las plántulas de esos otros árboles mueren con facilidad frente al fuego.

En parte, los pinos son «responsables» de su espontánea «piromanía» y de la frecuencia con que ocurren los incendios, ya que sus hojas: las agujas, secas, tienden a arder fácilmente, por lo que resultan ser un combustible bien disponible para cualquier incendio. Pero por suerte se trata de pequeños incendios, dado que ocurren con relativa frecuencia.

Contradictoriamente con nuestros deseos, cuando las personas impiden los pequeños fuegos que ocurren espontáneamente en los bosques de coníferas, las agujas secas se van acumulando en gran cantidad, por lo que eventualmente puede ocurrir entonces un gran incendio que arde por suficiente tiempo como para matar a los árboles de hoja ancha que puedan haber y a los pinos tolerantes al fuego.

La fauna amenazada por el incendio

Los pequeños fuegos comunes que pueden ocurrir en los bosques de pinos no representan un verdadero peligro para la mayoría de los animales. Las aves pueden alejarse volando, y nuestros escasos mamíferos del pinar normalmente pueden escapar o tomar refugio bajo tierra por un tiempo corto mientras el fuego pasa por encima de ellos.

Sin embargo, los enormes fuegos que suceden luego de muchos años de supresión son mucho más peligrosos, no solamente para los animales que viven en el bosque sino también para los humanos que viven en las proximidades.

Los animales más amenazados resultan ser los reptiles. Incapaces para escapar rápidamente como las aves, y acostumbrados a que sean las cortezas y pequeños escondites de los árboles sus precarios refugios, reciben la muerte sin poder dar un paso hacia su salvación.

Algunos mamíferos, como el solenodonte, la jutía (autóctonos), el cerdo cimarrón y la rata (introducidos) pueden encontrar refugio momentáneo contra pequeños incendios en reducidas cuevas, pero no resisten un incendio prolongado.

En materia de cantidad los más afectados resultan ser los insectos.

La seguridad de la supervivencia

Los pinos guardan «bajo la manga» un seguro de supervivencia representado en las semillas acumuladas en sus piñas.

Las piñas o conos son estructuras especializadas portadoras de semillas exclusivas de las coníferas, como abetos, cedros, pinos, cipreses y piceas. Las semillas se forman dentro de la piña. En el pino, el desarrollo puede durar hasta tres años. Poco después de la maduración, las escamas protectoras se abren y liberan las semillas.

Con todo, las coníferas pueden catalogarse como plantas de gran resistencia al fuego gracias en parte a la gran capa corchosa que cubre sus troncos que las aíslan del calor y las llamas, y que además tienen la capacidad de rebrotar de cepa, emitiendo incluso ramas a ras de suelo a partir de los vástagos. Se considera que es realmente la presencia de parénquima transversal, un tejido alimenticio con disposición radial que favorece la regeneración de las células de los meristemos de crecimiento, incluso después de verse afectadas por el fuego.

En términos generales, siempre habrá incendios forestales espontáneos, pero la naturaleza tiene sus controles espontáneos también.

El gran riesgo –como siempre- es la participación humana en esos incendios, ya que, por ser intencionales, planificados, pueden causar grandes estragos en nuestros bosques, y todo por algunas de estas razones: para habilitar sitios de siembra en montañas poniendo además en riesgo los suelos; para desmontar zonas donde luego sembrarán de pasto para alimentar ganado, incluso dentro de parques nacionales; para aprovechar la madera quemada y justificar la penetración al interior del bosque profundo y extraer árboles completamente sanos.

La peor parte la lleva siempre el bosque, pues la presencia humana siempre será un obstáculo para la regeneración natural de las coníferas.

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