Mi hermano mayor, es un niño de 74 años. No para de soñar, a pesar de que ya su cuerpo ha ido cediendo al paso del tiempo, su espíritu indomable y su eterna sed de saber le ofrecen ese aire de pureza y búsqueda que uno pensaría que es patrimonio solo de los jóvenes que se inician a la vida.
Miguel, Peng Kian para los suyos, y yo nos parecemos mucho. De niña, me encantaba hurgar en su habitación. Era el único de los hermanos que tenía el privilegio de tener un lugar para sí. Era un lugar pequeño, que se construyó arriba de la cocina caliente de la casa. Forrada de libros, guardaba en sus paredes el conocimiento que yo quería conocer. Ahí comenzó nuestra relación, no como hermanos, sino yo como su “discípula”. Me dio a leer libros que no entendía, pero que yo leía y leía sin entender absolutamente nada para sentir que me estaba “cultivando”, como fueron los libros de Nikos Kazantzakis, un escritor griego, autor de poemas, novelas, ensayos, obras de teatro y libros de viaje, considerado como el escritor y filósofo griego más importante del siglo XX.
Ha sido mi viaje de hermanos con Peng Kian. Casi nunca coincidimos en nuestras ideas. A mí, como historiadora, me parece demasiado osado y pretencioso cuando afirma o analiza un fenómeno. Los historiadores nos cuidamos mucho de basar nuestros juicios en entramadas ideas no basadas en fuentes documentales.
En diciembre, el Instituto Superior para la Defensa “General Juan Pablo Duarte y Díez”, le publicó el libro “Divagando. Con el COVID-19 durante el confinamiento”. Cuenta con un enjundioso prólogo del politólogo Iván Ernesto Gatón, quien destaca que “a sus experiencias académicas y profesionales se suma su privilegiada condición de ser descendiente del Zhongguo (Reino del Centro), es un chino-dominicano, que, a través de su peculiar atalaya, amplía sus perspectivas que permiten corresponder las complejidades que nos presenta el escenario de este angustioso presente…” (P.8).
Gatón es taxativo con relación a la acusación de Trump de que el virus es producto de la maquinaria conquistadora de China. Al respecto señala que “endilgar a China la expansión del virus de la COVID-19 es pasar por alto las advertencias de la administración de Bush, y, por supuesto, de la administración Obama, las cuales llevaron programa PREDICT a los fines de tener una herramienta predictiva y proactiva a gran escala que intentaría prever el riesgo de pandemias como la COVID-19”. (p. 9).
Peor aún, sigue afirmando el prologuista, el laboratorio chino Instituto de Virología de Wuhan, que identificó el SARS Cov-2, recibió fondos de la USAID, e incluso fue un lugar de encuentro entre investigadores y científicos de otros países para sincronizar las labores que permitieran detectar nuevos virus, o variantes del SARS Cov-2. Pero llegó Trump al poder y se puso fin al programa PREDICT, lo que implicó, a juicio de los expertos, bajar degradar la seguridad sanitaria global. Afirma Gatón que ese programa capacitó a más de 7,000 personas de Asia, África y Medio oriente con el propósito de entrenarlas en la identificación de nuevos virus.
Finaliza el prologuista afirmando que mi querido hermano mayor ofrece en el libro visiones y aristas sobre el COVID, así como los desafíos que entraña, como si quisiera “conducirnos hacia un vértice central de los seres humanos: el sentido de nuestras vidas. La experiencia que estamos percibiendo, esta angustia de vivir bajo el asedio de una pandemia, (…) debe ser asumida a partir de la perspectiva filosófica histórica, reflejada en el diligente aprecio y respeto hacia el prójimo; sin importar las circunstancias que los sectores luchan por mantener y/o alcanzar más poder y recursos económicos deseen imponerse”. (p.12).
Finaliza con un párrafo que me sorprendió: “El desafío de la COVID-19, como nos muestran las oportunas reflexiones miguelsangbenianas, necesita de individuos con un compromiso ético y filosófico que impacte de manera positiva y armónica en el pequeño espacio donde viven y de esta forma continuar la enigmática ruta de la existencia sin la cizaña de los prejuicios, los odios y las codicias que han transmutado al homo sapiens al homo bellicus”. (p.12)
Luego de este prólogo sin desperdicios, nos encontramos con la introducción de mi hermano mayor-niño.
Resalta al inicio del texto los zooms que durante muchos meses hicimos en la familia, como una forma de darnos apoyo moral y ánimo de seguir adelante.
El libro consta de 26 pequeños capítulos, que son más bien los textos de sus artículos publicados a través del periódico Acento. En las próximas entregas voy a abordar algunos de los temas, pero no voy a tratarlos todos. Hice una selección muy personal, de acuerdo con mis propios intereses de lecturas. Nos vemos en la próxima.
Dale vida a los sueños que alimentan el alma, no los confundas nunca con realidades vanas. Y aunque tu mente sienta necesidad, humana, de conseguir las metas y de escalar montañas, nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.
Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco. No los dejes que mueran de hastío, poco a poco. No les rompas las alas, que son de fantasía, y déjalos que vuelen contigo en compañía.
Dale vida a tus sueños y, con ellos volando, tocarás las estrellas y el viento, susurrando, te contará secretos que para ti ha guardado y sentirás el cuerpo con caricias, bañado, del alma que despierta para estar a tu lado.
Dale vida a los sueños que tienes escondidos, descubrirás que puedes vivir estos momentos con los ojos abiertos y los miedos dormidos, con los ojos cerrados y los sueños despiertos.
-Mario Benedetti