Madrid.- A una hora en coche desde Madrid, ya rozando La Mancha, el paisaje de Villamanrique de Abajo muestra resecos campos de ajos y patatas y hay 47 grados, porque en estos días, los que ha elegido Wim Wenders para rodar en España secuencias de su nueva película, “Inmersión”, hay una ola de calor.
“Es perfecto, porque estamos en Somalia”, dice con entusiasmo el septuagenario cineasta alemán en una entrevista con Efe, realizada durante una visita al rodaje de la película, en la que se guardaron con celo tanto los set de rodaje como los actores- apenas dos figurantes somalíes auténticos, vecinos de Madrid, que buscaban ausentes una botella de agua.
“Siempre he intentado, en cada película, reinventar el modo de hacerla; siempre supe que lo menos indicado para hacer cine era saber hacerlo; para mí, lo peor para cualquier artista es caer en la trampa de la rutina y repetirse, por eso estoy muy contento de poder vivir y trabajar en este preciso momento”, apunta.
El realizador, autor de 40 largometrajes, algunos tan emblemáticos como “Wins of Desire” (1987), “The American Friend»» (1977) o “Paris, Texas” (1984), ha logrado sin embargo sus éxitos más sonados con documentales como “The Salt of Earth” (2014), “Pina» (2012) o “Buena Vista Social Club” (2000), entre ellos, que lograron sendas nominaciones a los Óscar.
Wenders (Dusseldorf, 1945) explica que, para él, “es un privilegio” trabajar ambos campos de actuación del cine. “Es muy saludable estar expuesto a la realidad entre medias (de la ficción), tener un equipo pequeño y no saber al día siguiente qué vas a hacer. Es bueno -considera-, porque si solo haces ficción vives en un planeta tuyo propio como director y a mí me gusta, a veces, sumergirme en la realidad más cruda. Aunque mis películas de ficción nunca han sido fantasías».
El director, protegido del sol con un elegante panamá, sujetos los pantalones crudos con dos tirantes azules moteados de topos a juego con sus zapatillas de deporte azul turquesa, responde sin prisa sentado a la sombra de la mezquita en la que han convertido una vieja casa de recreo de curas, curiosamente, de la Orden de Santiago. “Sí, ‘Inmersión’ es totalmente ficción, pero se sujeta en cosas que pasan de verdad en la actualidad.