Antes de que le armen un expediente al Ministro de Educación, Ángel Hernández, por haber supuestamente maltratado a un grupo de diputados que lo visitó en su despacho, debe escucharse la versión del funcionario, pues como decía La Lupe cada quien cuenta el cuento a su manera. La denuncia la hizo en la sesión del pasado lunes la diputada del oficialista PRM Ydenia Doñé Tiburcio, quien contó a sus colegas que un grupo de diputados, miembros de la Comisión de Educación, visitó al ministro para conversar sobre varios proyectos de leyes que cursan en el Congreso Nacional, pero que el ministro los echó de mala manera: “salgan de mi oficina, que aquí las reglas las pongo yo”. Agregó que la Comisión no fue a pedir ni a mendigar nada sino a trabajar, y se quejó de que es la primera vez en la historia que un ministro expulsa de su despacho a un grupo de diputados.
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Sin embargo, la diputada oficialista no fue clara ni específica sobre las razones por las que el funcionario reaccionó de esa manera, que si ocurrió como lo están contando debe haber sorprendido a quienes conocen al doctor Hernández, que por ser un hombre que viene de la academia está poco acostumbrado a lidiar con los políticos.
Tras concluir el turno de la legisladora el presidente de la Cámara Baja, Alfredo Pacheco, pidió a los miembros de la Comisión redactar un informe detallado de lo que sucedió; y aunque dijo tener información “extraoficial” de que los diputados fueron maltratados, resultó evidente que tampoco sabe qué provocó la “histórica” reacción del ministro, qué le dijeron o qué hicieron los honorables para que se molestara de esa manera.
Por eso insisto en que antes de que los diputados, haciendo honor a las reglas no escritas del espíritu de cuerpo, lo juzguen y condenen sin darle oportunidad a defenderse, se escuche su campana, su versión de los hechos, necesaria para que se pueda decir que la historia está completa y que estamos listos para sacar conclusiones.