Amparados en la clásica concepción del bipartidismo, los líderes tradicionales creyeron que los ciudadanos acudirían a votar por las dos opciones del sistema estadounidense, pero en Minnesota le dieron una lección votando por Jesse Ventura para gobernador. Luchador, locutor y veterano de la Marina, no importó su desconexión en el territorio de la política. Ganó y ejerció por el voto popular la posición de mayor jerarquía en su Estado.
En la actual coyuntura, lo innegable es que, en la lógica de una explicación racional, el dolor de cabeza de los republicanos consiste en no saber detener a un Donald Trump, con una enorme popularidad y habilidad especial, conectándose con la base esencial conservadora.
Los españoles que por años militaron en el PSOE, percibían el divorcio de una cúpula metida en negocios y desdeñando su raíz de izquierda, así se movió un sector hacia posturas más progresistas estableciendo las bases para el nacimiento de PODEMOS.
Vox como expresión partidaria retrata una escisión con el PP, y sus simpatizantes con Santiago Abascal Conde, respiran el conservadurismo puro en su cuerpo ideológico. Es decir, aunque la carga de ideas propias de la cultura europea nos remite a la estabilidad de sus organizaciones, el militante anda reaccionando en la medida que no siente empatía entre sus anhelos y el modo de actuación de sus élites partidarias.
La fatal manía de apostar a la ignorancia de los militantes exhibe jurisprudencias muy interesantes. Inclusive, manual de importancia para rectificar. Los amos del PRI creyeron que imponiéndole un candidato al partido podían secuestrar sus deseos de un México más justo y socialmente cercano a los excluidos. Y Luis Donaldo Colosio los colocó frente a un drama que pensaron resolver con un balazo. Por eso, perdieron simpatías en la gente que, esperó dos robos de las elecciones de un aspirante y la envidia de sus competidores decididos a cerrarle el paso. No obstante, ganó el poder: Andrés Manuel López Obrador.
A Xiomara Castro, el partido Liberal le cerró sus aspiraciones porque desde el golpe de Estado a su esposo, la creyeron políticamente muerta. Con fe fundó Libertad y Refundación, y los hondureños votaron masivamente a su favor. Gabriel Boric supo interpretar la ira de la gente que sentía, en una franja exquisita de la izquierda chilena, tintes perfumados y no atendía los problemas de los sus electores.
Por eso, la cúpula tuvo que chocar con la realidad y terminar apoyándolo. En Brasil a Lula da Silva nadie detiene su potencial triunfo, y el oportunismo anda dándose golpes de pecho después de estructurar una asquerosa campaña en su contra.