Desde sus años de juventud Yvelisse Prats Ramírez ejerció como maestra en la Escuela normal de señoritas Salomé Ureña.
Numerosas amigas que fueron sus alumnas me hablan de su capacidad expositiva en las materias que tenía bajo su responsabilidad.
Y afirman que casi nunca dejó de asistir a sus clases, pese a que desde su tierna infancia vivió afectada de ese martirologio cotidiano que constituye padecer la enfermedad del asma.
Con su sólido coeficiente intelectual comenzó a estudiar la carrera de Derecho en la entonces Universidad de Santo Domingo, la cual abandonó en el año final de docencia.
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Lo hizo, pese a que iba a graduarse bajo la calificación del Cum Laude, porque decidió asumir su vocación verdadera, que fue la pedagogía, podríamos quizás en su caso usar la valedera expresión “el arte de enseñar.”
La política fue otra de sus pasiones, y su logro mayor consistió en ser nombrada en el año 1982 Secretaria de Estado de Educación por el presidente Salvador Jorge Blanco.
Realizó su gestión con entrega total, y varios aciertos como el establecimiento del escalafón magisterial, y su participación protagónica en el Seguro Social y el Hospital del maestro.
Hoy, en el Día del Maestro, recuerdo a esa laboriosa mujer, que dijo siempre que el título más honroso que ostento fue el sencillo de “maestra de escuela.”