Pocas personas han descubierto que sus problemas reales guardan relación con su sistema de creencias, sus prejuicios y sus actitudes emocionales negativas. Pero tampoco afinan en pensar que tus creencias confirman tus comportamientos, y que tus comportamientos confirman tus resultados.
Dicho de forma práctica, si piensas mal, actúas mal, y si actúas mal, tendrás resultados negativos. En las crisis, en los desbalances, en las dificultades y en las tormentas emocionales a quien acudir: a los padres, al maestro, al sacerdote, al pastor, al psiquiatra, al psicólogo, o al libro. El libro es también una consulta, un consejero, alguien para reflexionar, que tiene la particularidad de que no te juzga, no te culpa, no se enoja, no te manipula, pero, ojo, te acompaña a llorar, te permite la catarsis, de deja evacuar el dolor, la ira, la rabia, el enojo, etc; sin esperar nada a cambio y, para el colmo, te enoja con él, lo tira, le doblas las páginas, lo cambia de lugar, pero no se ofende, ni guarda rencor, ni sabe de envidia. El libro perdona, se hace cómplice, te ayuda hasta que te sane o lo comprenda. De ahí que las personas inteligente, lo tienen siempre disponible: en la casa, en la oficina, en vacaciones, en la mesita de noche, en el café, en el baño, en el carro, en las tertulias, en los viajes etc. El libro hay que consultarlo, leerlo, releerlo, reflexionarlo, contextualizarlo, olfatearlo y deglutirlo, hasta construir el conocimiento. Solo el conocimiento te hace libre, digno, valiente, firme, orgulloso, resiliente, y capaz de vivir en la soledad productiva, distanciado del parecer y de la conquista de lo tangibles. Es más, el libro gobierna y fortalece el espíritu. Cuando una persona no cultiva la lectura, su cerebro no se estimula, no se ejercita, no se crean las conexiones entre los neuroquímicos cerebrales, las áreas emocionales, las funciones ejecutivas y las hormonas. Siempre se ha dicho que el órgano que no se ejercita se atrofia. Pero, cuando nos disciplinamos y leemos a diario, activamos el cerebro y favorecemos también la neuroplasticidad cerebral, o sea, una producción de nuevas células cargadas de químicos que favorecen nuevas energías, pensamientos, humor, voluntad y mejor sueño. Como lo ven, el libro es un remedio, un jarabe o un ungüento para el espíritu que ayuda y fortalece para asumir la vida, para madurar y conquistar la felicidad. Es la perfecta alternativa para tomar distancia positiva en un momento de vulnerabilidad, de toxicidad, para reflexionar y pensar bien antes de actuar. La palabra escrita, leída y reflexionada mueve las células, actúa en los centro de la ansiedad, previene la depresión, la ansiedad generalizada, los ataques de pánico en la persona que no sabe qué hacer en un día sin Internet, sin Facebook, sin chat, sin Instagram, etc, el libro tiene un efecto ansiogénico. Literalmente el libro es un aliado para prevenir la salud mental. Reflexione cuántas personas no hacen escapismo social, en la bebida, fumar, drogarse, jugar, asumir conductas de alto riegos, producto de una vida sin propósito o de una deambulación sin dirección. Con el libro se vive con el menor riesgo, en silencio, hablando con él, acompañado de un café, té, galletitas, vinos suaves; enla montaña, playa, avión, en casa, etc. Prefiero estimular a los niños y adolescentes a leer, a compartir trabajos escolares, que impongan la lectura, pero, cuidado con el rincón del vago (donde bajan dos cuartillas y ya está el resumen del libro). Las familias y parejas que comparten libros, sin darse cuenta, se fortalecen los intereses, las razones para hablar, donde se crean motivos y temas para estar juntos, pero también, tienen menos probabilidad de entrar en la adicción a las tecnologías, al tedio y al aburrimiento. A mayor información, más educación, a más educación, mejor pensamiento y más palabras y lenguaje para comunicarse sin dañar. El libro es una repuesta inteligente para mediar conflictos, desarrollar las habilidades y destreza cerebral para cuidar la salud mental. Un cerebro dañado es el que llenamos de contenido simple, de mensajes tóxicos, del marketing basura, de la información sin contenido que ayuda a las neuronas, espejos del cerebro, a fijar la sobrevivencia de la posmodernidad. Cuide el cerebro. El libro es su mejor remedio y la mejor solución. A mí me ha dado resultado.