Narciso Isa Conde, fue secretario general del Partido Comunista Dominicano durante casi 30 años. Es un dirigente político coherente con las ideas que ha asumido. Ha resistido persecuciones, embates, presiones, amenazas de muerte y, como no, intentos de captación política desde el poder. Se ha mantenido firme en sus convicciones para continuar siendo él mismo, no una caricatura de su ideal. Este solo hecho lo coloca muy por encima de la mayoría de los dirigentes políticos de su generación y de su misma o parecidas concepciones políticas.
Narciso Isa Conde ha publicado un libro, “Revelaciones”, que puso en circulación el 2 de mayo en un salón del Teatro Nacional durante la pasada Feria del Libro. En la mesa le acompañaban Roberto Cassá, director general del Archivo General de la Nación, el más joven combatiente de abril –junto a Porfirio García-, y ambos, militantes del PSP y luego del PCD, Luis Gómez Pérez, dirigente del movimiento clandestino Catorce de Junio y veterano dirigente comunista; Iván Brugal, rector de la UASD y ex combatiente de abril; Diómedes Núñez, director general de la Biblioteca Nacional y un hijo de Caamaño. Delta Soto hizo de presentadora.
El libro, “Revelaciones”, tiene gran importancia, ya que se basa en documentos hasta ahora inéditos, sobre las relaciones políticas del Partido Comunista Dominicano (PCD) con el coronel Caamaño, con vista a su participación en la lucha emancipadora del pueblo dominicano.
El libro de Narciso Isa Conde no es del género dedicado a exaltar los egos de sus autores proclamando sus excelsas cualidades y destacando el rol jugado por ellos, ni de hacer intentos exculpatorios, por una parte, y de acusar a terceros, de la otra. Narciso es una persona seria, rigurosa, discreta, ética, y aunque uno pueda discrepar políticamente de él en temas puntuales, hay que convenir en que es de los pocos hombres políticos dominicanos de fiar. Un hombre que se respeta a sí mismo, y por ende, concita el respeto de los demás.
Como él señala, ha pasado tiempo suficiente –41 años desde el desembarco en playa Caracoles-, como para que el tema de la operación foquista de Caamaño sea analizado sin que ello pueda provocar problemas de seguridad para terceras personas o pueda proporcionar datos que puedan ser utilizados para operaciones especiales contra alguien.
Más bien, tratar este asunto capital de la lucha revolucionaria dominicana se convierte en una necesidad histórica y política, para, entre otras cosas, evitar caer en errores tácticos y como materia de reflexión para distinguir lo que es reivindicable en Caamaño como patriota y nacionalista revolucionario, y lo que fue un evidente error político: su desembarco en Caracoles en una coyuntura tanto política como militar absolutamente desfavorable.
Lo que demuestran los materiales presentados por Narciso Isa Conde en su libro es que el PCD hizo numerosos esfuerzos, tanto en la preparación de recursos humanos, como políticos, para que Caamaño contara con recursos para un trabajo político revolucionario en su país.
También demuestran los documentos que el PCD no podía -y no lo hizo- embarcarse en un proyecto foquista que estaba en contra de su análisis de la situación y de la coyuntura política. Más aún, el PCD se esforzó por tratar de convencer a Caamaño de que había otro camino que él podía transitar, y para el cual el partido se ponía a su disposición. Un camino de lucha política, revolucionaria, popular, urbana y rural, de masas. De aglutinar diferentes grupos políticos que sustentaran su indudable liderazgo.
Caamaño rechazó esa opción. Se obsesionó con la vía militar del foco guerrillero como único camino. Inclusive, las conversaciones del PCD con la dirigencia cubana trataron de que se persuadiera a Caamaño de no seguir esa ruta. Sin éxito. Narciso narró en la presentación del libro como, años después, habló de ese asunto con Fidel.
En breve, Fidel le dijo a Narciso más o menos lo siguiente: Tratamos de persuadirle de que no siguiera esa vía, no creíamos que fuera correcto en ese momento ese tipo de acción, ya la situación había cambiado, pero él no se atenía a nuestros argumentos. Además, a nosotros como revolucionarios también en México se nos trató de persuadir de que no desembarcáramos en Cuba y, sin embargo, logramos triunfar; de manera que, éticamente, y como revolucionarios, no podíamos impedir que otro revolucionario actuase según su conciencia.
En el libro “Revelaciones” no hay nada del tipo de método de censura estalinista que ha hecho escuela en la izquierda, es decir, de falsificar la historia y los hechos para que concuerden con los intereses de un dirigente o de la línea política de un momento dado. Tampoco hay concesiones a la mitomanía.
Narciso señala cómo en el proceso de contactos e intercambios para tratar de lograr acuerdos con Caamaño participaron dirigentes comunistas de la talla de Orlando Martínez, Asdrúbal Domínguez, Luis Gómez Pérez, José Israel Cuello, Carlos Julio Dore Cabral, y el mismo Isa Conde.
Isa Conde no sólo expone el papel jugado por ellos sino que tiene la honradez política de señalar respecto a otros grupos y personalidades políticas lo que sigue: “En lo expuesto en esta obra está contenida sólo nuestra verdad, una parte de la verdad total: la que se deriva del limitado papel que nos tocó desempeñar; procurando de mi parte la mayor lealtad a los hechos, a las ideas, a las decisiones que entonces asumimos”.
En la presentación del libro participó con una acerada y brillante exposición el historiador Roberto Cassá, quien destacó el aporte documental del libro de Narciso e hizo un llamado a que otros participantes en todo el proceso del entramado que llevó a Caamaño a Caracoles y de allí a su ejecución – por orden de Balaguer-, diesen a conocer su versión basada en documentos sobre estos hechos ya históricos.
Narciso Isa Conde nos ha dado un gran aporte histórico-documental con su libro. Pero también proporciona elementos para una reflexión política sobre la lucha revolucionaria en la República Dominicana. Si en algo han sido pródigos los revolucionarios dominicanos en el siglo XX es en dar su vida por un ideal.
El martirologio ha sido buscado quizás con fruición por los mejores, tratando de ser ejemplares y haciendo suyo el principio del todo o nada, pensando quizás, que con ello, nos mostraban el camino duartiano de que la Patria es ara no pedestal. No debemos, pues, escatimar loas y alabanzas a su gesto y a sus ideales.
Sin embargo, ¡qué falta nos hacen en estos inicios del siglo XXI hombres y mujeres como ellos! La exaltación de su gesta, la ejemplaridad y nobleza de su accionar, no debe llevarnos a conclusiones erróneas. El camino actual no está en el sacrificio de más vidas ejemplares, sino en dejarse la piel luchando por una sociedad mejor a través de la organización, de la formación, de la lucha de ideas, de la educación cívica, revolucionaria, patriótica, para lograr regenerar la vida política y la sociedad dominicana.
El vacío dejado por ellos, nuestros héroes y mártires, ha sido ocupado en las diferentes fracciones del arco político, y también en parte de la llamada izquierda, por villanos, traficantes de la política, maleantes y corruptos, así como por hombres y mujeres cuya mediocridad solo es comparable con su bajeza de miras y falta de valores éticos y políticos.
Por ello, el ejemplo de los Tavárez Justo, de las hermanas Mirabal, de Caamaño, de los caídos del movimiento clandestino Catorce de Junio, de los combatientes de Luperón, de Constanza, de Estero Hondo, de Las Manaclas, de la guerra patriótica de abril, del 12 de enero, los asesinados en los doce años del balaguerismo, nos exigen que hagamos pasar al retiro político, con nuestros votos, con nuestras movilizaciones de todo tipo, con el combate de ideas, a esa hez de la política que usurpa los ideales más excelsos de nuestra Nación y condena a la pobreza material y moral a gran parte del pueblo dominicano.