NUEVA YORK. Argentina cayó en mora por segunda vez en 13 años al fracasar las negociaciones con acreedores en Estados Unidos, lo que dejó interrogantes sobre el futuro inmediato tanto para los mercados financieros como para la tambaleante economía de la nación sudamericana.
El plazo de la medianoche del miércoles para llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos se cumplió y el ministro de Economía argentino Axel Kicillof se mantuvo firme en la posición de su gobierno de que no podía aceptar un acuerdo con los acreedores de fondos de cobertura estadounidenses que califica como “buitres”.
Kicillof dijo que los fondos rechazaron una oferta de acuerdo durante las conversaciones que acabaron varias horas antes, aunque no dio detalles de esa propuesta.
“No vamos a firmar ningún compromiso que comprometa el pueblo argentino”, dijo Kicillof después de salir de una reunión con los acreedores y un mediador en la ciudad de Nueva York. “Que se queden tranquilos los argentinos. Mañana será otro día y el mundo seguirá andando”.
Pero el mediador designado por la corte, Daniel Pollack, dijo que la suspensión de pagos podría perjudicar a los tenedores de bonos que no formaban parte de la disputa, así como la economía argentina, que sufre una recesión, escasez de dólares y una de las tasas de inflación más altas del mundo. “El alcance de las consecuencias del default no es previsible, pero ciertamente no es positivo”, dijo Pollack.
Un fallo anterior de una corte de Estados Unidos había impedido que Argentina hiciera pagos de intereses por 539 millones de dólares para la medianoche del miércoles a otros tenedores de bonos que acordaron planes de reestructuración por separado con el país en 2005 y 2010.
Portavoces de NML Capital, el principal bonista litigante, dijeron pasada la medianoche que Pollack ofreció “numerosas soluciones creativas” para resolver la cuestión, muchas de las cuales, eran “aceptables” para NML, indico. “Argentina se negó a considerar seriamente cualquiera de ellas y en su lugar escogió la suspensión de pagos”, dijo el portavoz, que habló bajo la condición reglamentaria de no ser identificado.
Los bonistas litigantes se negaron a participar en las reestructuraciones de la deuda y ganaron un juicio en un tribunal estadounidense para que se les pague el valor total de sus bonos más los intereses, que actualmente se calculan en unos 1.500 millones de dólares.
Kicillof desestimó la decisión de la agencia calificadora Standard & Poor’s de rebajar la calificación crediticia en moneda extranjera de Argentina a “default selectivo” debido a los pagos de intereses que no se realizaron. “¿Quién cree en las agencias calificadoras? ¿Cómo un país solvente con capacidad de pago va a estar en default?”, dijo.
La presidenta argentina Cristina Fernández se había negado desde hace tiempo a negociar con los acreedores de fondos de cobertura, a los que a menudo llama “buitres” por escarbar en el cadáver de la mora del país por 100.000 millones de dólares en 2001.
Los bonistas litigantes pasaron más de una década luchando en las cortes para obtener el pago total en lugar de acordar otorgarle algún alivio de la deuda a Argentina. También enviaron abogados a todo el mundo para tratar de forzar a Argentina a pagar sus deudas en mora y lograron que un tribunal de Ghana incautara temporalmente un buque escuela naval argentino.
La amenaza de incautaciones obligó a Fernández a dejar de usar su avión presidencial para volar en aeronaves privadas. Restaurar el sentido de orgullo y soberanía de Argentina después del colapso económico de 2001-2002 ha sido un objetivo central tanto de Fernández como de su antecesor y fallecido esposo, Néstor Kirchner. Argentina ha hecho esfuerzos para regresar a los mercados de crédito globales.
El gobierno pagó su deuda con el Fondo Monetario Internacional y acordó en mayo un plan con el Club de París de naciones acreedoras para empezar a pagar 9.700 millones de dólares en deudas pendientes desde 2001. También acordó un arreglo por 5.000 millones con el Grupo Repsol después de expropiar la participación de la empresa española en la petrolera argentina YPF.
Los analistas dicen que una nueva mora socava todos estos esfuerzos. “Esto es inesperado, un acuerdo parecía inminente”, dijo Ramiro Castineira de la consultora Econométrica con sede en Buenos Aires.
“Argentina se habría beneficiado más de cumplir con la orden judicial con el fin de obtener financiación para Vaca Muerta”, agregó, en referencia a una región argentina que cuenta con uno de los depósitos de petróleo de esquisto y gas más grandes del mundo. Sólo unas pocas compañías internacionales se han comprometido a ayudar a desarrollar los campos ya que varias temen las políticas energéticas intervencionistas del gobierno.
El gobierno también ha batallado para conseguir inversionistas, ya que no puede pedir prestado en el mercado de crédito global. Los precios de los bonos argentinos habían subido a su nivel más alto en más de tres años ante la posibilidad de que Argentina alcanzaría un acuerdo con los acreedores litigantes.
El índice bursátil Merval de Argentina también subió más de un 6,5% en las operaciones del mediodía por un probable acuerdo. El optimismo se había visto impulsado por informes el miércoles de que los representantes de la asociación de bancos privados de Argentina, ADEBA, planeaban ofrecerse para comprar la deuda contraída con los fondos de cobertura.
A cambio, según los informes, el tribunal estadounidense dejaría que Argentina hiciera los pagos de intereses antes de la medianoche del miércoles a fin de evitar entrar en mora.
El acuerdo no llegó a materializarse. “Es una situación desafortunada que está empujando al país a otro default. En los defaults, todos sabemos cuándo entramos en uno pero no es muy claro cuándo y cómo salir del mismo”, dijo Alberto Ramos, analista de América Latina de Goldman Sachs. “Acabamos de añadir otra capa de riesgo e incertidumbre a una macroeconomía que ya estaba batallando”, agregó Ramos.