UBI RIVAS
Fue un pequeño gran artículo que insertó El Nuevo Diario del 24 de junio último, de la autoría del licenciado Manuel Reyes Suero, C. P. A., que por el truño del entrecejo, me abismó en la reflexión abisal en derredor de Barahona, ¿La Perla del Sur?
¿La Perla del Sur?, así en signo grandote de interrogación, porque es una interrogación a todos los gobiernos de los tres grandes partidos políticos, especialmente al PRSC que en 22 años a horcajadas del mando supremo absoluto del etnarca de Navarrete, detentando todos los relámpagos del poder, relegó a Barahona a su marasmo ancestral.
Patria chica de la inolvidable mega diva Africa Gracia Vidal que muy pocos conocen así pero cuando se dice que es María Montez, todos, propios y extraños, la asocian como la reina del technicolor, la única superestrella que se enseñoreó del firmamento de Hollywood y lo hizo diminuto debajo de sus axilas, soberana de la pantalla grande.
En su egregio nombre, el presidente Joaquín Balaguer construyó y bautizó el aeropuerto de Barahona, pero puso la carreta delante de los bueyes, porque la infraestructura turística era primero, y luego, el aeropuerto, pero como era la figura central del despotismo ilustrado y el medalagarismo campeaba por sus fueros, así se hizo, así ha quedado, en el limbo del desarrollo turístico.
Desarrollo turístico para lo cual Barahona, la bella y preterida, la nostálgica y amada, dispone del más formidable abanico de paraísos escénicos en una docena de playas y el contorno único de Baoruco, donde desde las frescas empinaciones, que saltan bullentes los arroyuelos, hay vista cercana al mar, es decir, turismo de doble factura y/o propósito.
Barahona con su potencial minero dormido de minas de sal, mármol, yeso, silice, larimar, único en el mundo, azufre, hierro, arena, es decir, un mundo cuatriboliao y minoso, como rezó aquel spot inolvidable de una firma licorera que se perfiló con caracteres imborrables en los que amamos el folclore como expresión idónea de la identidad nacional.
Y en lontananza, como la sombra borrosa de los devaneos oníricos, Loma del Curro, como apunta Reyes Suero, coto soberbio del rebelde cacique Tamayo ante la expolio del conquistador ibérico, cuyo nombre recoge hoy una aldea productora de los mejores plátanos del mundo, cuna de mi hermano afectivo Osvaldo Santana, gloria del periodismo dominicano.
Cuna del compositor Cheo Zorrilla y del cazador de entuertos Melton Pineda.
Barahona del Sur, proclaman sus hijos, aunque no existe otra Barahona, pero una forma de afinar no solamente la teluricidad, sino la primicia del regionalismo tan burbujeante en la siquis del dominicano.
Hijos egregios como Jotin Cury, gloria de la jurisprudencia conjuntamente en esa asignatura con Juan Guilliani, Federico Natalio Cuello, Polibio Díaz; los economistas de altos vuelos Juan y Hugo Guilliani Cury, la sal barahonera del trato de Maneco y Millito Díaz, la visión de expandir la cultura de Rodolfo Lama Jaar y su red emisoras fronterizas, la saga empresarial de Mario Lama y Sócrates Lagares, la hombría de bien de Noé Sterling Vásquez, la estrella del periodismo de Oscar López Reyes, la alegría y el optimismo contagioso de Nefri Muñoz, la impronta eterna de La Soberana Casandra Damirón que el suscrito amó como artista y amiga impar, y el estro de su tío Rafael Damirón, todos, ingredientes del escabeche al gran festín aún intocado y vírgen que es el tesoro económico en potencia de un shangri-la menospreciado por todos los gobernantes de siempre.
Pero todo es por un tiempo, hasta la vida y el olvido, y este último, extraído del fondo de la indiferencia, terminará pronto y Barahona del Sur será inexorablemente La Perla del Sur.